Por Jorge Luis Ubertalli
Hace apenas unos días el presidente bolivariano Hugo Chàvez Frias anunciò que nacionalizarà la producción de oro y regresarà al país las reservas aurìferas que en la dècada de los 80 y por mandato del Fondo Monetario Internacional, (FMI), fueron sacadas de las arcas estatales y enviadas al exterior, para invertirlas en Brasil, Rusia y China, que gozan, segùn opinó, de “economìas estables”, o en instituciones financieras de la UNASUR. “¿Hasta cuando los paìses del Sur vamos a financiar las economìas del Norte?- sostuvo Chavez, quien informò que en la banca de EE.UU. hay mas de 18 mil millones de dòlares en oro venezolano, en Inglaterra, desde 1980, 4.595 millones; en Canadà (Toronto), 381 millones de dòlares desde 1992 y en Francia 184 millones de dòlares.
La nacionalización aurìfera en Venezuela y el rescate de divisas en ese metal es la punta del iceberg de lo que se viene: la vuelta del mundo hacia el oro como reserva de valor, y el desecho de papeles inservibles como dòlares, y aùn euros, que inundan al orbe de virtualidades sin ningún respaldo en riquezas, valores de uso y cambio.
Oro y valor
En los albores del capitalismo, luego de fungir el oro y la plata como monedas universales, y al disminuir el valor de esta última debido al descubrimiento de nuevos filones y a un aumento de la productividad del trabajo en su extracción, el primero quedò como ùnica medida de valor de las mercancías, patròn de precios y moneda universal. ¿Por què?. Porque para producir un pequeño volumen de oro era necesario insumir una gran cantidad de trabajo humano socialmente necesario. Debido a este hecho, el oro fuè instituído como el equivalente general de las mercancías, la moneda internacional por excelencia que, debido a su maleabilidad, permitìa su subdivisión de acuerdo al valor de las mercancìas, y patròn de precios de èstas. En una palabra, si producir un gramo de oro insumìa un trabajo medio social necesario de un dìa, toda mercancía que insumiera un dìa de trabajo se equiparaba a un gramo de oro. El consenso internacional en cuanto a aceptar al oro como equivalente general de las mercancías permitiò que todas las transacciones internacionales, hasta el siglo XX, se hicieran en este metal. Sin embargo, luego de Acuerdo de Bretton Woods de 1944, el dòlar y la libra esterlina fungieron como moneda internacional, por cuanto se estableciò que cada unidad de estas monedas observaba su correspondencia en oro. Al devaluarse la libra esterlina tiempo mas tarde en un 40%, se considerò sòlo al dòlar como moneda única en las transacciones mundiales. La virtualidad del mercado, vinculado con la circulación de valores (mercancías), el precio de los mismos y la ley de oferta y demanda, reemplazó a la producción de mercancías, vinculada, como ya se dijo, a la cantidad de trabajo humano necesario social para producirlas. El dólar, entonces, en su camino a la virtualidad absoluta, se coronó como rey de opereta de la economía y las finanzas mundiales…hasta hoy. Engordado insustancialmente, fruto de su emisiòn sin topes por parte de la Reserva norteamericana para paliar gastos militares, subsidiar a los ricos, salvar compañìas en quiebras y bancos y auspiciar el consumo màs desenfrenado, ha producido un boquete sin posibilidades de reparaciòn en el buque capitalista mundial que contiene a EE.UU., Europa y otros países satélites del sistema. Y cuando el barco se hunde, a modo de un desencajado titanic econòmico-financiero mundial, los que no tuvieron que ver con su construcciòn, botadura y navegación sobre un mar de explotados y oprimidos durante siglos, eligen la salvaciòn: desechar al dólar como moneda internacional que rija las transacciones comerciales.
En julio del 2005, el autor de esta nota, en un trabajo titulado “Papel Pintado, Sin Producción- Crisis Orgánica del Capitalismo y Fetichismo” publicado en, entre otras, la revista “Question” y la página web www.rodolfowalsh.org, sostenía: “La crisis monetaria mundial, corolario de la asimetría entre el papel dólar y la riqueza real que debería expresar- se calcula que 20 trillones de dólares que circulan por el mundo son solo papel pintado que no representa riqueza alguna- se halla en la antesala de su estallido(…) El tsunami de agua servida monetaria que inunda el mundo hasta ahora no ha logrado contención real”. Ese momento parece haber llegado y el mundo se prepara para paliar las consecuencias del fenómeno que parece no tener retorno. La jauja emisora iniciada por Richard Nixon en 1971, cuando declaró, viendo que el oro acumulado en las arcas fiscales se esfumaba desde las 20.000 a las 8.000 toneladas debido al despilfarro bélico y otras minucias, la inconvertibilidad del dólar y su libre flotación, ya está siendo cuestionada por el mundo entero. Las bicicletas monetaristas que el bombardero y asesino de Vietnam puso a rodar cuando anunció al mundo que los EE.UU. no iban a entregar sus reservas metálicas como cambio de su papel moneda, se han destartalado sin más.
Tesoros ajenos, miserias nuestras
Durante la década de los años 90, los rapiñeros de tesoros ajenos, calculando pingues ganancias y avizorando la debacle que habría de producirse en el sistema monetario, se lanzaron sobre las presas. En ese contexto,varios bancos centrales europeos, entre ellos la Banca Suiza, envió al mercado en forma de ventas, préstamos y operaciones de cobertura grandes cantidades de oro, lo que hizo fluctuar a la baja el precio de este metal precioso. En ese mismo momento, el precio del cobre también fluctuó a la baja, lo que hizo lugar a la ley del embudo capitalista- centralización del capital- consiguiente con la quiebra de medianas y aún grandes empresas mineras, que fueron absorbidas o se plegaron a las más grandes. Con gran "visión de futuro" y como no podía ser de otra manera, las multinacionales mineras apostaron luego al presidenciable mas reaccionario y guerrerista de los EE.UU., George W. Bush, sabiendo que con la reactivación del complejo militar industrial se elevarían, por la depreciación del dólar como producto de emisiones desenfrenadas para paliar los gastos del complejo bélico y el subsidio a los ricachones, y por el mayor consumo de cobre relacionado con su uso militar, los precios del oro y de este último metal, paralelo al aumento de los precios de todos los metales vinculados con la industria bélica. Así hicieron su agosto mundial los buceadores de tesoros ajenos.
En esa misma época, y bajo las reaccionarias y entreguistas administraciones de Carlos Menem y su ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, comenzó a funcionar el termómetro local de la “fiebre del oro”. Así, comenzaron a operar en el país empresas como Barrick Gold, Gold Corp, Andean Resources, Meridian Gold, Placer Dome, BHP, CRA, RTZ, MIM Holding, North Ltd.,Algom Ltd.,Musto Inc y otras, de orígen inglés, australiano y norteamericano que, fusionándose y expandiéndose a la vez, explotan hasta hoy yacimientos auríferos en Bajo La Alumbrera (Catamarca), Cerro Vanguardia (Santa Cruz), Farallón Negro (San Juan), Veladero (San Juan) y otros ubicados en La Rioja, Salta y Jujuy. La producción de oro anual de algunas de estas empresas trepa a mas de 900.000 onzas , que al precio actual de 1.881,40 dólares la onza suman la friolera de 1.693.260.000 de dólares, aunque algunas estimaciones duplican la cantidad extraída de oro y por ende lo obtenido en cuanto a la divisa verde. Estas multinacionales oblan alrededor de un 10% de derechos de exportación del valioso producto, dejan fuera del país las divisas obtenidas de sus exportaciones sin límites, gozan de desgravaciones al combustible y otros insumos y tienen recortado el Impuesto a las Ganancias. En sintonía con las palabras del entonces vicepresidente del Banco Mundial (BM), Lawrence Summers, quien a finales de 1991 sostuvo, en relación con los emprendimientos mineros auspiciados financieramente en Argentina por el BM, que “una cierta cantidad de la contaminación que deteriora la salud debería ser hecha en el país con el costo más bajo, que sería el país son los salarios mas bajos… Creo impecable la lógica económica de descargar residuos tóxicos en el país de más bajos salarios, y deberíamos enfrentarla”, los saqueadores de tesoros ajenos contaminan con su accionar a poblaciones enteras, envenenando aguas, subsuelos y otras secciones de la geografía. Puebladas memorables en Catamarca (Andalgalá) y otras localidades se han desatado contra las andanzas de los depredadores.
Fin y principio del camino
Los sesudos economistas que se desempeñaron al frente del Banco Central en los 90, Roque Fernández y Pedro Pou, liquidaron las reservas de oro existentes en el país, vendiendo a fines de la década 4 millones de onzas de oro, a un precio promedio de 372 dólares la onza, el uno, y monedas del siglo XIX y poco mas tarde, el otro. En tanto los voraces oreros, viendo lo que se venía, se afincaban aquí para saciar su hambre de oro, divisa internacional del pasado y futuro en ciernes, transformando en poco tiempo al país en el segundo productor de oro de Sudamérica, los cipayos lo entregaban sin sonrojarse siquiera. En el 2005, y oteando el temporal monetario que asomaba en el horizonte, Argentina contaba, luego de recomprar parte de lo malvendido, con 54, 8 millones de toneladas de oro en sus arcas fiscales, lo que representaban sólo un 3% de sus reservas. En el fín del camino de la divisa verde, simple papel fetichizado y sin valor alguno, y en el marco de la crisis que afecta al orbe capitalista, Venezuela ha dado un primer paso en cuanto a la recuperación de sus reservas. Le seguirán, seguramente, Bolivia, Nicaragua, Colombia y otros países de la región que ya observan las primeras llamas del estallido. Argentina debe recuperar, entonces, su oro. Expropiación y nacionalización de los emprendimientos auríferos, en el marco de una total recuperación del patrimonio nacional y el establecimiento del Poder Popular, deberían ser los pasos a seguir por la nueva administración que se asentará después de octubre.
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