En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

lunes, febrero 01, 2010

Opinión: PENTAGONISMO INTERNACIONAL

Por Jorge Luis Ubertalli
El golpe cívico-castrense de Honduras de junio pasado y la incursión militar norteamericana en el Haití devastado de hoy pueden considerarse como hitos fundamentales en lo que hace al uso de la fuerza por parte del Pentágono y el gobierno de EE.UU. para recuperar “espacio perdido” en la geografía indolatinoamericana. La táctica de utilizar nuevamente a las Fuerzas Armadas de la región para trazar una estrategia reaccionaria fascista, genocida y al servicio del gran capital, consagrando la impunidad actual y pasada de los uniformados, parece estar a la orden del día.

Viva la internacional…reaccionaria

El 5 de noviembre último y en el marco de la despedida del agregado militar aéreo de los EE.UU. en Honduras y la bienvenida de su reemplazante, los uniformados catrachos, juramentando amistad entrañable con los norteamericanos, sostuvieron en su página web que “los hombres y mujeres de uniforme militar son amigos en todos los confines de la tierra”. Claro está, se referían a los militares embanderados con el Pentágono y el sistema que representa, al que ayudaron a consolidar luego del golpe del 28 de junio, que liquidó la democracia formal en aquel país y lo alineó nuevamente con los EE.UU., alejándolo de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).

Dos meses antes de las consejas internacionalistas castrenses de los catrachos, la página web de la ultrarreaccionaria organización UnoAmérica, financiada por la CIA y sus adláteres, informaba sobre la salida a plaza del volúmen titulado “El Plan del Foro de San Pablo para destruir a las Fuerzas Armadas”. De 230 páginas, el engendro, que contiene opiniones de civiles y militares retirados de Argentina, Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela, expone que “Las Fuerzas Armadas en América latina son objeto de un ataque sin precedentes. La ofensiva se realiza en todas las naciones-aunque con métodos diferentes- para lograr un mismo fin: la destrucción definitiva de las instituciones armadas”, a las que UnoAmérica y los autores del libro pretenden defender diseñando “una estrategia continental frente a la injusta y brutal agresión de la que son objeto”. Por supuesto, reivindican las políticas militares- policiales-paras de Colombia y el golpe de Estado de Honduras, país que, según UnoAmérica, “gracias a sus militares pudo salvarse de una dictadura chavista”.

Como en Colombia

Hace pocos días el ex presidente argentino Eduardo Duhalde sostuvo de visita en El Salvador, y dias mas tarde aquí, que las Fuerzas Armadas locales se hallaban “humilladas” y “arrinconadas”, debiéndoseles adjudicar, como en Brasil – donde los uniformados desataron hace poco una crisis cuando se decidió implementar un Programa de condena y juzgamiento de crímenes de Estado entre 1964 y 1985- y Colombia, el papel de combatir la “inseguridad”. Su planteo, afín al de los fascistas de UnoAmérica, no fue el primero ni el único. El último día del año pasado el país se informó sobre las declaraciones de Diego Guelar, ex embajador del ex presidente Carlos Menem en EE.UU. y hoy titular de relaciones internacionales del gobierno de la ciudad de Buenos Aires representado por el ultraconservador Mauricio Macri, quien pidió “amnistía” para los militares acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar. Por la misma fecha, el diario bonaerense “La Nueva Provincia”, vinculado con la Armada y sus emprendimientos, reprodujo el capítulo de un libro producido por el fugaz y tristemente célebre ex titular de Educación del macrismo, Abel Posse, donde éste insistía sobre la “humillación” de los militares procesados por genocidio, pedía “reconciliación y amnistía” para ellos, sugería su actuación para reprimir a entre 800 mil y un millón “de jóvenes calificados de ‘marginales estructurales’ ” y observaba que “contra los militares se hizo más justicia de la debida- y esto es injusticia. Se los discriminó judicial y jurídicamente…”. Lo mismo, aunque en Colombia, sostiene hoy la Fundación Héroes Visibles (FHV), propagandizada por UnoAmérica, quien se encarga de bregar por la defensa jurídica de los terroristas de Estado uniformados de se país. Mas de 25.000 líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios desaparecidos, además de miles de asesinados, constituyen la obra dantesca de las represión militar-policial allí. El 26 de enero, en La Macarena, pueblito situado en El Meta, 200 kilómetros al sur de Bogotá, se halló una fosa común con 2.000 cadáveres NN, mentidos en su momento como “falsos positivos”- civiles asesinados y presentados como muertos en combate- por los “soldados víctimas de la guerra jurídica”, como califica a los genocidas la FHV.

Para la guerra

Si bien el golpe hondureño y su auspicio y sostén inicial por el Pentágono evidenció lo que el imperialismo norteamericano se preparaba para instrumentar en Nuestra América, la ocupación militar de Haití por 20.000 marines apoyados por aviones de guerra, buques y hasta un portaaviones nuclear ratifica a las claras la recreación de la opción armada de EE.UU. para disciplinar su traspatio. A las siete bases militares en Colombia, las tres bases a construir en Panamá y las que se planean erigir en América del Sur y el Cono Sur (Perú y Paraguay) para asegurar la comunión Pentágono- Fuerzas Armadas reaccionarias en la contención de países enemigos del imperio, como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, entre otros, se suma ahora la invasión militar- contratista norteamericana a Haití, que dicho sea de paso advierte a la República Dominicana sobre lo que podría sucederle si recibe petróleo barato de la Venezuela Bolivariana y se tienta con un ingreso al ALBA. País pobre y devastado, Haití cuenta sin embargo con las reservas petroleras y gasíferas de Central Plateau y La Conave, además de grandes yacimientos de oro, uranio, circonio, cobre y diamantes (Gabriel Impaglione, banderaroja. blogspot.com). Eso no es todo. Fuentes confiables aseguran que EE.UU. intenta provocar conflictos bélicos entre sus aliados (Colombia, Perú, Honduras, Panamá y ahora el Chile de Piñera) contra Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, amén de incentivar desestabilizaciones internas a través de civiles y militares que podrían ser cooptados/sobornados para tal fin.

Haciendo hincapié en la doctrina Para Bellum (para la guerra), EE.UU. refuerza su presencia militar en Yemen, disfraza la ocupación militar de Afganistán con el argumento de enviar “ayuda humanitaria” al igual que en Haití, rearma a Israel y Taiwán (lo que ha traído aparejado el congelamiento de las relaciones bilaterales militares con China) y organiza apoyos a las impunidades genocidas castrenses del subcontinente preparando el terreno para aventuras por venir.

Sin embargo, no todo juega a su favor. En su discurso del 22 de enero, Evo Morales Ayma, Presidente de Bolivia por segunda vez, sostuvo que “ en algunos institutos militares siguen enseñando a los nuevos oficiales de las Fuerzas Armadas que el enemigo es el socialismo. Hay que cambiar eso, el verdadero enemigo es el capitalismo, no es el socialismo, y tenemos que tener nuevos oficiales con orientación ideológica”. Dias mas tarde, Evo indicó que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del país debían “descolonizarse, desde sus soldados hasta sus generales” . Y al ser investido como Capitán General de esas fuerzas, declaró que se habían acabado “los tiempos de Fuerzas Armadas sometidas a intereses políticos y extranjeros”.

Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador han ya desechado el pentagonismo internacional, y lo combaten en el terreno de las ideas y la política. Otros intentan despegarse de la tutela militar yanqui a través del Consejo Sudamericano de Defensa. Pero, sin duda, la garantía de paz y amistad entre las naciones indolatinoamericanas la constituirán sus trabajadores/as organizados/as y armados/as defendiendo sus intereses, que son los de las mayorías.

Obreros, indígenas, campesinos, pueblo en general, velan las armas de la dignidad nacional y la soberanía popular en el marco de una sociedad futura sin explotadores ni explotados. Sus propias armas.