BARILOCHE, Argentina
Luego de varias horas de intensos debates, la cumbre extraordinaria de UNASUR, celebrada aquí, acordó que su Consejo de Defensa se reúna en septiembre, con el objetivo de diseñar medidas de fomento de la confianza, la seguridad y las garantías para la región.
La Declaración Final del encuentro reafirma que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana y, en consecuencia, la paz y seguridad regionales, reportó PL.
Expresa asimismo la decisión de fortalecer a Sudamérica como una zona de paz y subraya la vocación de solucionar cualquier conflicto por la vía pacífica y el diálogo.
La Cumbre salvó la unidad pero todavía no logró restablecer el clima de confianza que demandó la presidenta anfitriona Cristina Fernández, en una reunión donde el mandatario de Colombia, Álvaro Uribe, se empeñó en convencer de que no habrá «bases» de Estados Unidos en su país y, del otro lado, su colega de Venezuela, Hugo Chávez, expuso un documento estadounidense develador del interés hegemónico de Washington, incluso, más allá de las fronteras latinoamericanas.
Entre una y otra, el resto de las intervenciones de los mandatarios expresaron con matices la preocupación por el acuerdo entre Colombia y EE.UU. —que, como certificó el presidente Uribe en la reunión, ya está firmado—, y pidieron mayor claridad sobre sus postulados.
Uno de los primeros en usar de la palabra fue el mandatario colombiano, quien insistió en convencer del aporte que la ayuda estadounidense ha significado para su país en la denominada lucha contra el narcotráfico, y dijo que Colombia no renuncia a la soberanía con el acuerdo, al tiempo que aseguró que en el mismo quedaba claro que no se intervendría en otros estados.
Uribe también afirmó que no se trata del establecimiento de bases estadounidenses y que su país no aceptaría el tránsito de naves de guerra por su territorio, pues en el acuerdo con Washington, dijo, se habla de «inteligencia táctica y operativa, y no estratégica»; además de recalcar que los radares que se instalen serán restringidos a la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, esa aseveración no tranquilizó a mandatarios como el ecuatoriano Rafael Correa, quien se preguntó entonces cómo las naciones del área podrían controlar lo que hace un avión en el aire, o los radares.
Reveladora y angular en tal sentido fue la intervención del presidente venezolano Hugo Chávez, quien se limitó a presentar al plenario el documento del Comando de Movilidad Aérea de EE.UU. que traza sus nuevas estrategias y señala el papel de las denominadas bases de apoyo en ruta a las fuerzas militares norteamericanas pues, afirma, la estrategia no puede ser estática.
El texto identifica como áreas de interés a África y zonas de Asia, y menciona entre las bases que podrían servir para ello a la de Palanquero, una de las siete mencionadas en el acuerdo con Colombia.
Ahora, devela el documento reseñado por Chávez, la estrategia militar de EE.UU. comprende «defender la patria, operar dentro y desde regiones de vanguardia, ganar dos campañas solapadas, ganar de manera decisiva una campaña, y un número limitado de contingencias menores». ¿Cuáles serían esas contingencias?, se preguntó el Presidente de Venezuela.
La inclusión de Sudamérica en esos planes, añade el informe, permitiría ejecutar la estrategia de compromiso regional de EE.UU. y ayudar con la ruta de movilidad hacia África.
La reunión acordó también que el Consejo de Defensa de UNASUR analice el texto y verifique la situación en las fronteras.
Interesante fue la intervención del presidente boliviano Evo Morales, quien hasta el último instante se pronunció porque el documento final de la cita recogiera el rechazo explícito a la presencia de bases militares en la región, y consideró que acudir a la presencia militar extranjera para resolver los problemas locales es un descrédito a las fuerzas armadas de ese país.
Habiendo sido líder de los cocaleros cochabambinos, Evo testimonió también cómo los militares estadounidenses encargados de la lucha contra la droga en su país en los años 80 disparaban contra los movimientos sociales, de lo cual fue testigo. «Hemos vivido eso», señaló Morales, y apuntó que la historia de Latinoamérica se repite. Es el dominio de EE.UU. sobre los pueblos de Sudamérica.
Luego de varias horas de intensos debates, la cumbre extraordinaria de UNASUR, celebrada aquí, acordó que su Consejo de Defensa se reúna en septiembre, con el objetivo de diseñar medidas de fomento de la confianza, la seguridad y las garantías para la región.
La Declaración Final del encuentro reafirma que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana y, en consecuencia, la paz y seguridad regionales, reportó PL.
Expresa asimismo la decisión de fortalecer a Sudamérica como una zona de paz y subraya la vocación de solucionar cualquier conflicto por la vía pacífica y el diálogo.
La Cumbre salvó la unidad pero todavía no logró restablecer el clima de confianza que demandó la presidenta anfitriona Cristina Fernández, en una reunión donde el mandatario de Colombia, Álvaro Uribe, se empeñó en convencer de que no habrá «bases» de Estados Unidos en su país y, del otro lado, su colega de Venezuela, Hugo Chávez, expuso un documento estadounidense develador del interés hegemónico de Washington, incluso, más allá de las fronteras latinoamericanas.
Entre una y otra, el resto de las intervenciones de los mandatarios expresaron con matices la preocupación por el acuerdo entre Colombia y EE.UU. —que, como certificó el presidente Uribe en la reunión, ya está firmado—, y pidieron mayor claridad sobre sus postulados.
Uno de los primeros en usar de la palabra fue el mandatario colombiano, quien insistió en convencer del aporte que la ayuda estadounidense ha significado para su país en la denominada lucha contra el narcotráfico, y dijo que Colombia no renuncia a la soberanía con el acuerdo, al tiempo que aseguró que en el mismo quedaba claro que no se intervendría en otros estados.
Uribe también afirmó que no se trata del establecimiento de bases estadounidenses y que su país no aceptaría el tránsito de naves de guerra por su territorio, pues en el acuerdo con Washington, dijo, se habla de «inteligencia táctica y operativa, y no estratégica»; además de recalcar que los radares que se instalen serán restringidos a la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, esa aseveración no tranquilizó a mandatarios como el ecuatoriano Rafael Correa, quien se preguntó entonces cómo las naciones del área podrían controlar lo que hace un avión en el aire, o los radares.
Reveladora y angular en tal sentido fue la intervención del presidente venezolano Hugo Chávez, quien se limitó a presentar al plenario el documento del Comando de Movilidad Aérea de EE.UU. que traza sus nuevas estrategias y señala el papel de las denominadas bases de apoyo en ruta a las fuerzas militares norteamericanas pues, afirma, la estrategia no puede ser estática.
El texto identifica como áreas de interés a África y zonas de Asia, y menciona entre las bases que podrían servir para ello a la de Palanquero, una de las siete mencionadas en el acuerdo con Colombia.
Ahora, devela el documento reseñado por Chávez, la estrategia militar de EE.UU. comprende «defender la patria, operar dentro y desde regiones de vanguardia, ganar dos campañas solapadas, ganar de manera decisiva una campaña, y un número limitado de contingencias menores». ¿Cuáles serían esas contingencias?, se preguntó el Presidente de Venezuela.
La inclusión de Sudamérica en esos planes, añade el informe, permitiría ejecutar la estrategia de compromiso regional de EE.UU. y ayudar con la ruta de movilidad hacia África.
La reunión acordó también que el Consejo de Defensa de UNASUR analice el texto y verifique la situación en las fronteras.
Interesante fue la intervención del presidente boliviano Evo Morales, quien hasta el último instante se pronunció porque el documento final de la cita recogiera el rechazo explícito a la presencia de bases militares en la región, y consideró que acudir a la presencia militar extranjera para resolver los problemas locales es un descrédito a las fuerzas armadas de ese país.
Habiendo sido líder de los cocaleros cochabambinos, Evo testimonió también cómo los militares estadounidenses encargados de la lucha contra la droga en su país en los años 80 disparaban contra los movimientos sociales, de lo cual fue testigo. «Hemos vivido eso», señaló Morales, y apuntó que la historia de Latinoamérica se repite. Es el dominio de EE.UU. sobre los pueblos de Sudamérica.
También usaron de la palabra los presidentes de Uruguay, Perú, Suriname, Brasil, Paraguay y Chile.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán se acompañados por el nombre y e-mail del autor.-