China declara la guerra a las sobras de comida
Agencia EFE
Macarena Vidal
Pekín, 9 feb (EFE).- En la guerra que el Gobierno chino asegura que ha declarado contra la corrupción, dejar sobras en el plato se ha convertido en un gesto tan criticable como los regalos lujosos, las compras de viviendas por docenas o tener múltiples amantes.
Si las recomendaciones para que los ciudadanos dejen el plato limpio pueden sonar a paternalismo, también es cierto que tocan una fibra sensible en un país donde el crecimiento explosivo ha reemplazado, casi sin transición, las hambrunas de antaño por una cultura de la ostentación y el despilfarro.
Quienes hayan acudido a algún banquete en China han podido atestiguar el ingente número de platos que llega a la mesa -tanto más sofisticados cuanto más quiera impresionar el anfitrión a sus invitados- y que en muchos casos, si los comensales están inmersos en la conversación, ni siquiera llegan a tocarse.
No son sólo los ricos o los vanidosos quienes tiran la comida, pues, según un estudio de la Universidad Agrícola de China, un tercio de los alimentos que se sirven en las cantinas universitarias del país -una cantidad suficiente para alimentar a diez millones de personas durante un año- acaba en la basura.
Todo ello cuando el país se ve obligado a importar cada vez más comida, debido al crecimiento de la población y los cambios en la dieta, un motivo de preocupación para un Partido Comunista que considera la seguridad alimentaria una de sus principales prioridades.
Aunque la "Operación Plato Limpio" comenzó este enero como una iniciativa ciudadana a través de internet, a ella se han sumado con entusiasmo las autoridades chinas, que en diciembre lanzaron una campaña contra la extravagancia y el gasto desmesurado en los actos públicos, como parte de sus propuestas contra la corrupción.
El propio secretario general del Partido Comunista de China y futuro presidente del país, Xi Jinping, afirmó que pedir demasiados manjares y dejarlos sin comer es una costumbre "a terminar inmediatamente".
A finales de enero, prácticamente todos los medios oficiales chinos se habían hecho eco de los llamamientos contra el desperdicio de comida.
El 5 de febrero, Sina Weibo, una red de microblogs muy popular en China, contaba más de medio millón de entradas sobre el tema.
A la campaña se han sumado celebridades como el millonario y filántropo Chen Guangbiao -famoso, entre otras cosas, por vender aire puro enlatado para concienciar sobre la grave contaminación- quien recientemente presentó una solicitud formal ante la Policía de Nankín para cambiar oficialmente su nombre.
Chen quiere pasar a llamarse "Chen Guangban", o "Chen Platovacío", para promocionar el movimiento contra el despilfarro alimenticio.
El cambio de política en favor de la austeridad, sin embargo, ha empezado ya a afectar a los restaurantes.
Un estudio de la Asociación de la Cocina China (CCA) indica que el 60 por ciento de los restaurantes, principalmente los de alta gama, ha visto una caída en sus reservas tras la aprobación de normas en favor de la frugalidad.
De acuerdo con el estudio, un hotel de cinco estrellas en Pekín perdió cerca de 10 millones de yuanes (1,6 millones de dólares), por cancelaciones de sus clientes.
Pero no son sólo los restaurantes los que han empezado a sufrir las consecuencias.
Esta semana, la agencia Xinhua informaba de la suspensión del director general de la empresa estatal Zhuhai Financial Investment Holdings, Zhou Shaoqiang, tras haber participado en un banquete que costó 37.517 yuanes (unos 5.974 dólares), ocho veces más que los 4.689 yuanes (750 dólares) que había declarado.
Casi dos tercios del gasto correspondieron a una docena de botellas de exclusivos vinos franceses, de los que Zhou aseguró que sólo se bebieron la mitad y el resto eran cascos vacíos que emplearon para "mejorar su conocimiento del vino tinto".
Después de que una investigación demostrara que los participantes en el banquete se habían bebido todas y cada una de las doce botellas, las autoridades dictaminaron que el gasto había "violado gravemente las regulaciones (...) y causado un impacto social extremadamente negativo".
Para Zhou el aprendiz de enólogo, los males no se terminan con su cese.
Según han anunciado las autoridades, él y el resto de los comensales tendrán que correr con la factura de los excesos del banquete. EFE
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