por: Norberto Colominas

El propio FMI, la escuela económica de Chicago y varios premios Nóbel de Economía han coincidido en que los planes de ajuste que se aplican en Europa (sobre todo) y en EEUU empeoran las cosas y dificultan una salida aceptable de la crisis. No lo han dicho con estas palabras sino con su lenguaje habitual (melindroso, burocrático, escondedor), pero lo han dicho.
Esta historia empezó a escribirse a principios de la década del 80, cuando la dupla Reagan-Thatcher sentó las bases para que la renta financiera se enseñoreara y desplazara a la ganancia industrial y a las actividades productivas en general. Lo hicieron mediante la denominada desregulación, es decir, apartando al estado de la economía y dándole piedra libre al mercado, particularmente a las entidades financieras. También incluyeron la privatización de empresas públicas y el cercenamiento de derechos de los trabajadores.
Cuando la crisis llegó a Europa en 2009 los sectores dominantes reaccionaron como siempre, es decir, trataron de que la gran factura fuera pagada por el común de la gente y no por quienes la gestaron. Apostaron a eliminar el estado de bienestar, habida cuenta de que el comunismo (cuya amenaza justificó durante 50 años aquel oneroso gasto) había muerto hace 20 años, y a reducir a la mitad el salario real del trabajador europeo, ya que no pueden competir con los que se pagan en el Asia Pacífico y en los países emergentes.
La poda funcionó, pero los frutos del árbol de la ajuste fueron amargos: desocupación generalizada, recesión, desinversión, suicidios por desalojos, jóvenes sin futuro, nuevos emigrantes, etcétera. Esta receta no sólo no sacará a Europa de la crisis sino que seguirá hundiéndola, aunque una parte del objetivo se habrá cumplido: la pagarán los que menos tienen. Como antes, como siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán se acompañados por el nombre y e-mail del autor.-