En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

jueves, mayo 20, 2010

YO NO HICE NADA…

Por Jorge Luis Ubertalli

El procesamiento del actual jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, por hallarse involucrado en un caso de espionaje contra el familiar de uno de los muertos en el atentado a la AMIA, de un empresario y de su cuñado, entre otros, pone al descubierto una vez mas la tarea sucia de los servicios de informaciones del Estado burgués.
Supuestamente creados para producir inteligencia y contrainteligencia en relación con la delincuencia o la seguridad del Estado frente a enemigos externos, se han comportado como verdaderas agencias de delación, espionaje y represión al servicio de las clases dominantes, para cuyo fin fueron creadas.

El Palacio de la inmundicia
El comisario Jorge “Fino” Palacios, su prohaijado, el agente de inteligencia de la Policía Federal Ciro James, su protector Mauricio Macri, los jueces misioneros José Luis Rey y Horacio Gallardo, uno de ellos actualmente desvinculado de la causa, y el ex ministro de Educación de Macri, Mariano Narodowski, son algunas de los angelicales personajes que fueron procesados por participar en un sonado caso de pinchaduras de teléfonos contra sus circunstanciales “enemigos”.

Para ello, utilizaron los servicios de agentes de la SIDE, organismo creado a un año del golpe que derrocó a Perón en 1955, quienes fueron los encargados de entregarle al policía James, ladero de Palacios, el cual incorporó a una cincuentena de agentes de inteligencia de la Policía Federal a la flamante Policía Metropolitana al ser nombrado titular de la misma, las cintas grabadas con las conversaciones que mantenían los espiados.

Macri, en el marco de una conferencia de prensa, careos con miembros de la Justicia y discursos partidarios, sostuvo, encogiéndose de hombros: “Yo no hice nada…” y “ no me van a parar”, acusando al gobierno de Cristina Fernández de perseguirlo políticamente.

Sus amigos, los derechistas y democráticos a la hondureña del país, entre los que se cuentan el colombiano Francisco de Narváez, blanco aspirante al puesto de gobernador bonaerense y aún al de presidente de la República; el defensor de uniformados procesados por genocidio y ex presidente Eduardo Duhalde; y el presidente del Comité nacional de la UCR, Ernesto Sanz, lo estimularon a que continúe con su derrotero.

Hasta Jorge Mones Ruiz, ex oficial de inteligencia del Ejército que participó en la represión de los 70 y luego siguió su periplo en arenas internacionales, hoy representante en el país de la ONG UnoAmérica, financiada por la CIA, espetó su contrariedad antikirchnerista por atacar “ a la democracia” que tan bien representan Macri y sus espías.

Por otra parte, apologistas del mandatario porteño y los otros involucrados en el espionaje pretendieron, en su afán de patear para adelante, responsabilizar a la SIDE y la inteligencia de la Policía Federal del traspié de los procesados por ser ambos organismos “del gobierno”, como si este hubiera creado, pudiera controlar en su totalidad y neutralizar las “internas” de estas instituciones oscuras, engendradas para alimentarse a sí mismas como reaseguro de custodiar el buen pasar de los verdaderos dueños del poder locales y sus socios mayores extranjeros, para quienes los gobiernos deben ser sólo gotas de agua que deben servir para engrosar el océano de sus negocios…y si no, a otra cosa mariposa.

¿Al servicio de quienes?
Continuadora de la Coordinación de Informaciones del Estado (CIDE), creada en 1946 mediante el decreto 337, la Secretaría de Informaciones del Estado ( SIDE), fundada en enero de 1956 a través del decreto 776, se constituyó en el organismo fundamental en cuanto a obtener informaciones sobre “enemigos” comunistas, peronistas y todo aquel que no comulgara con los principios de la Revolución Libertadora y la “civilización occidental y cristiana”.

Aunque debería haberse constituido como organismo que velara por la seguridad del Estado burgués frente a otros Estados, sobre todo los más poderosos y saqueadores de recursos ajenos, se transformó, cual institución de clase, en el instrumento inquisitorial por excelencia.

Sus informes, aunados a los de los otros “servicios” que formaron la “comunidad de inteligencia” ( servicios de inteligencia de la Armada, la Fuerza Aérea, el Ejército, la Policía Federal (DIPA, Coordinación Federal), Policías provinciales, Gendarmería y Prefectura Naval) sirvieron para marcar, perseguir, identificar y delatar a innumerables trabajadores, estudiantes, intelectuales, etc., etc., que perdieron sus trabajos o fueron detenidos, torturados y aún asesinados por profesar ideas políticas o llevar a cabo acciones contrarias a la dictadura de la “fusiladora”, primero, a los gobiernos “democráticos” presionados por los militares, después, y a las dictaduras sin cortapisas, finalmente.

También se constituyeron en instrumentos de presión hacia los distintos gobiernos locales para que rompieran relaciones o no comerciaran con países considerados enemigos de los EE.UU., como China y la URSS, en primer término, y Cuba, mas tarde.

Así, durante el gobierno del Dr. Arturo Frondizi, la SIDE ( cuyos jefes debían ser militares según se ordenó a partir del inicio de los años 60) y los “servicios” homólogos de las fuerzas armadas y de seguridad, se constituyeron en perros de presa de funcionarios públicos, asesores, legisladores y amigos del Presidente para quienes, bajo la acusación de comunistas, exigían la guillotina política y civil. Dos casos a tener en cuenta son los del doctor Jorge Taiana, médico de Evita, del mismo Perón y funcionario durante el gobierno de Héctor J. Cámpora, luego detenido en la cárcel de Magdalena a partir del golpe de 1976, padre del actual Canciller Jorge Taiana; y del doctor Alfredo Eric Calcagno, prestigioso científico social y padre del actual senador Eric Calcagno, cuyos “antecedentes” obran en memos de la SIDE de 1961, archivados en la Biblioteca Nacional- Archivo Frondizi, Caja 1677.

No son los únicos. Innumerables ciudadanos acusados de pertenecer a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asociación Amigos de Guatemala o cualquier otro organismo calificado de “izquierdista”, además de dirigentes estudiantiles, gremiales, sociales, culturales, etc. llenan los memos y partes de estas verdaderas usinas de la delación que, justificándose en una supuesta defensa de la seguridad del Estado, se dedicaron a cazar ciudadanos durante décadas, participando sus jefes y agentes, directa o indirectamente, en el genocidio llevado a cabo por la dictadura militar instaurada en 1976.

Saludable actitud
En enero de este año, a través del decreto 4 del Poder Ejecutivo, refrendado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y el Ministerio de Defensa, se desclasificaron las actuaciones de los servicios de inteligencia militares y las de sus agentes civiles y uniformados que actuaron durante la dictadura de 1976/83.

Miles de tartufos de la confidencia y el ocultamiento fueron así desecretizados y desimpunizados, apareciendo a la luz pública para su propia vergüenza, juzgamiento cuando así lo amerite, y escarnio. Lo mismo debería hacerse con los integrantes del resto de la “comunidad de inteligencia” que actuó durante la dictadura, y con los agentes de inteligencia de “carrera”, que sirvieron hasta hoy a los distintos sectores de la clase dominante en su política represiva hacia el movimiento popular.

La sanción del decreto 4 constituyó una más que positiva actitud de esta administración, sólo basta saber quien la repudió para darse cuenta. Sin embargo, debería profundizarse más en el tema. El control popular de estas agencias evitaría sus impunidades delictivas, así como el mismo control hacia los organismos represivos de seguridad y armados neutralizaría negociados, campañas de “inseguridad”, aventuras desestabilizadoras y otras cosas por el estilo, conocidas de mentas por todo el mundo pero imposibilitadas de ser evitadas en virtud de las clasificaciones y secretos que las entrecruzan y cercan.

En realidad, todos estos entes deberían ser desmantelados y en su lugar crearse otros nuevos que sirvan al pueblo trabajador, que es quien los mantiene y padece. Pero eso es para un mañana más venturoso y justo.

Hoy, entretanto, Macri y su pandilla, exponentes de este quehacer de ocultamientos y hurgamientos de la vida ajena, deberán ser juzgados y condenados.
Y punto

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