En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

jueves, mayo 20, 2010

Esta vez, la patria somos todos


Volveré y seré millones
(20-05-2010 / “El Argentino”)

Por Jorge Giles

"A mi sólo me mataréis, pero mañana volveré y seré millones"

El que lo grita tiene por nombre Tupac Amarú.

Y a su lado contemplan la muerte que también les vendrá muy pronto, su hijo y su mujer, Bartolina Sisa.

El salvaje colonizador creyó que los mataban para siempre, como también lo creyeron en los campos de exterminio, los genocidas de dos siglos después.

Asesinando, desapareciendo, robando niños.

Destrozado en su cuerpo, entero en su lealtad, Tupac Katari quizá soñó en ese mismo instante que apenas faltaban treinta años para el grito de la Revolución de Mayo en esta parte de América.

Pero él se adelantaba y estaba ahí. Dando su vida por la libertad y por los derechos sociales de los pueblos que representaba.

Así nacen las naciones, siempre. Uniendo el derecho a la libertad con el derecho a ser incluido socialmente.

De ahí venimos.

Y ahí están hoy, entre nosotros, los pueblos originarios, las naciones originarias, los compañeros y compañeras, los hermanos y hermanas, "nuestros paisanos, los indios", con sus banderas, con sus pies cansados, con su historia milenaria a cuestas, con sus propios reclamos, sus legítimas reivindicaciones y sus justas interpelaciones.

Ahí están en la histórica Plaza.

No como algo ajeno al Bicentenario, como algunos creen.

Por que ellos, los que hoy marchan, son también Nosotros. El que nos debemos.

El "Nosotros" mayor que enarboló San Martín llamándolos "mis hermanos".

El "Nosotros" que pronunció Juan José Castelli al pie del Tiahuanaco.

El "Nosotros" que escribió y sostuvo Monteagudo desde Chuquisaca tempranamente.

El "Nosotros" de Manuel Belgrano y Mariano Moreno.

Que hable de una vez José Gervasio Artigas junto a su compañero lugarteniente, Andrecito Guayquiraró, gobernador guaraní de las Misiones.

Que hable Juana Azurduy, peleando junto Martín Miguel de Guemes y a la que sus hermanos, los indios, llamaban "la Pachamama".

De allí viene el "Nosotros" de la Patria despojada.

Es esa unión la que hay que restablecer.

Desde el antiguo mandato que dejó aquel grito emancipador, desgarrado y libertario.

Desde entonces fue el mandato de una historia quebrada, mancillada, masacrada, para los pueblos de América.

Un mandato para construir la Patria india, criolla, mestiza, morena, inmigrante, que seguimos siendo. Pese a quien pese.

Conmueve saber que más de un siglo y medio después, Evita volvió a decir: "Volveré y seré millones".

La palabra se alza nuevamente y se hace ver y oír en este Bicentenario.

La Corte Suprema de Justicia así lo sostiene en el fallo de ayer, admitiendo el recurso extraordinario presentado por el Poder Ejecutivo para que se aplique la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Esta vez los antiguos y modernos inquisidores no parecen tener la última palabra.

Y como la historia entró en tiempo de descuento, del lado de la justicia, ayer también la Cámara Nacional de Casación rechazó todas las mañas y artimañas que pretendían evitar los estudios de ADN para determinar el origen primero de Marcela y Felipe, los hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble.

Es la Revolución del Bicentenario. Con todas sus raíces culturales a flor de piel.

Sin excluidos, sin hijos apropiados, sin monopolios, sin prepotencias. Es nuestra manera de empezar a recoger la botella o la tinaja que contenga el sumak kawsay, el buen vivir de nuestros pueblos antiguos.

No para caer en la tentación de la moda pasajera, de la observación rutinaria del que cree saberlo todo, del estudioso de las cosas en estado de olvido eterno.

Por el contrario, para que ese arte del buen vivir de aquellos y de estos pueblos, nos enseñen a valorar otra forma de vivir la vida. Más bella, más cuidadosa de la madre tierra, más digna y honrada.

Quienes fueron escondidos en el Centenario o puestos en la vidriera de lo "salvaje y domesticado", hoy llenarán las calles de la gran ciudad haciendo oír sus voces en entera libertad.

Esta vez, la patria somos todos.

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