Por Horacio Verbitsky
Al explicar por qué Boudou sería su compañero de fórmula, Cristina dijo que le acercó una idea fundamental en un momento crítico, que supo cambiar de paradigma ideológico cuando un mundo se derrumbaba y otro surgía, y que no les teme a las corporaciones. Pero, ¿cuál fue esa propuesta? “Ahora que ella lo dijo, yo puedo contarlo”, se disculpa. Ante la caída de Lehman Brothers y la crisis de los créditos hipotecarios en Estados Unidos, el jefe de gabinete Sergio Massa convocó a estudiar la nueva situación global al ministro de Economía, Carlos Fernández, al presidente del Banco Central, Martín Redrado, al titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, a la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, y a Boudou como responsable de la ANSES. “La discusión giraba en torno a lo financiero y no a lo económico, era coyuntural y no conceptual. Yo pensaba que había que buscar una solución distinta, que esta crisis monstruosa ponía en cuestión el Consenso de Wa-shington y sus implicancias, que exteriorizaba cuestiones más profundas sobre el funcionamiento económico del mundo. Teníamos la oportunidad de hacer algo distinto, de modo que los recursos de los argentinos tuvieran más que ver con la economía real y no con el sector financiero, que es importante, pero que no puede ser el centro de la discusión económica.” La privatización del sistema previsional había sido un producto típico de aquel Consenso y “estaba dando resultados cada vez peores. No había permitido formar un mercado de capitales, había empeorado el sistema jubilatorio, había bajado su nivel de cobertura, el ahorro argentino no iba a la inversión y era expoliado por las comisiones. El sector financiero concentrado se quedaba con parte del capital social argentino gratis, sin ningún esfuerzo ni creatividad. Tuve la convicción de que formábamos parte de un espacio político cuya visión de la Argentina bancaría una transformación de fondo y no un maquillaje”. Sorprendido por la propuesta, Massa lo habilitó a exponerla ante Cristina, con quien ya había tenido una experiencia atípica, cuando le propuso que las pensiones por viudez abarcaran también a los convivientes homosexuales. En los dos casos, la aceptación fue inmediata. En el segundo, antes de anunciarlo, le encargó que preparara la propuesta con todos los detalles necesarios para enfrentar un Congreso que venía de rechazar la resolución 125. En ese clima político era imprescindible que no presentara flancos débiles. A su vez, la recuperación del sistema previsional permitió la Asignación Universal por Hijo, adoptada un año después. “Había un amplio sector de la población que aún no había podido acceder a un trabajo formal o a un trabajo a secas. La medida tendría un impacto importante desde el punto de vista de la justicia redistributiva, que es una preocupación central de la Presidenta, pero también sería un salto de calidad impresionante en construir ciudadanía, como lo fue el Plan de Inclusión Jubilatoria que empezó con Néstor Kirchner en 2007.” Cristina preguntó por el esquema de financiamiento y por la sustentabilidad de la medida en el tiempo. “Es una persona de ideas, pero también de gestión, muy puntillosa, que siempre reclama datos concretos y de seguimiento. Con ese volumen de conocimiento y de información, y con el marco conceptual que tiene, puede tomar las decisiones. Muchas veces hemos escuchado hablar de la universalización de un ingreso. Lo importante es tener al frente a alguien que sea capaz de articular todos los resortes del Estado para convertirlo en un hecho que le llegue a la gente. No es muy frecuente ver una persona que reúna la capacidad intelectual y la capacidad de la praxis, de ponerlo en funcionamiento.”
–¿Pero la AUH no surge de una lectura autocrítica sobre las causas del mediocre resultado electoral de junio, sobre todo en los sectores medios bajos?
–Me gusta pensar que nuestro espacio político actúa interpretando las coyunturas, pero en el carril de una ideología, de un marco ideológico de inclusión social, trabajo y derechos humanos.
Su referencia a un marco ideológico es tan llamativa como los retratos de Perón y Evita en su despacho ministerial. ¿Cómo fue el tránsito de ese hombre que aparenta menos que sus 48 años y al que se le atribuye haber formado parte de la UCeDé de Alvaro Alsogaray, para cambiar y adaptarse a un mundo que cambia? “Formé parte de UPAU, en la época de estudiante en la Universidad Nacional de Mar del Plata, pero no de la UCeDé. Para entender la Economía se necesita saber bastante de Historia y comprender que la economía tiene que ver con relaciones de fuerza, de poder, más que con cuestiones mecánicas.” Aquel joven estudiante no había desarrollado esa conciencia. Cuando se opuso a la monarquía absoluta, el constitucionalismo liberal y el Estado de Derecho tuvieron un rol fundamental para limitar ese poder y expandir los derechos de la población. Pero “hoy el Estado no tiene el poder, el poder lo tienen las corporaciones económicas y el rol del Estado pasa a ser la defensa de la población ante ese poder”.
–¿Cuándo comenzó a entenderlo?
–A fines de la década de 1980.
–¿Y cuándo hizo el posgrado en el CEMA?
–Mucho después, en 1999-2000.
–¿Y durante la década de Menem-Cavallo-De la Rúa?
–No tuve ninguna actividad política. Me dediqué a trabajar fuerte, llegué a tener posiciones gerenciales en empresas de recolección de residuos, en mi ciudad, y en Pinamar y Villa Gesell.
–¿Estudió en el CEMA después del cambio ideológico?
–Sí, porque me pareció el mejor lugar desde el punto de vista técnico. Yo no fui al CEMA a estudiar ideología, fui a estudiar Economía. Es tan importante la capacitación como el sentido crítico cuando uno estudia.
Boudou llegó a la política desde un cargo técnico en el Estado. Ingresó a la ANSES en 1998, reclutado por un compañero de facultad en Mar del Plata, como analista presupuestario. Desde allí, dice, aprendió a ver, detrás del presupuesto, el Estado y la repercusión de sus medidas, las malas y las buenas, y políticas públicas, ya sea la quita del 13 por ciento a jubilados y trabajadores estatales en la época de De la Rúa o el Plan de Inclusión Jubilatoria de Néstor Kirchner.
–¿A qué aludió Cristina cuando dijo que su compañero de fórmula no les teme a las corporaciones?
–Que a un varón le digan que es valiente es lo mejor que le puede ocurrir. Cuando uno está convencido de un proyecto colectivo, no mide las consecuencias personales.
No es que él se considere excepcional sino que demasiados políticos operan como representantes de alguna corporación y no del pueblo al que representan, dice. Como ejemplo menciona a “personajes como Silvana Giúdici o Alberto Fernández con Clarín. Fue espantoso”. Dice que le dio “vergüenza ajena” ver a los políticos de la oposición rindiendo pleitesía a la SRA. “Uno puede estar de acuerdo o no con Biolcati, pero él defiende lo suyo. Pero los políticos, Carrió, Solá, De Narváez, Aguad, Pinedo, Rodríguez Saá, Stolbizer, Gerardo Morales...” Frente a esos modelos reivindica el “pensar por sí mismo, tomar decisiones y llevarlas adelante”. Le parece un asunto con dos aspectos. Uno es visceral, de animarse a pensar y actuar, y otro intelectual, de no ser presa de los argumentos ajenos. Porque “si no tenés formación y capacidad para pensar por vos mismo, te parece brillante lo que te dijo el último interlocutor y salís como un loco a tratar de hacerlo. Y al que le quepa el sayo que se lo ponga”, completa.
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