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martes, marzo 08, 2011

Las Vueltas de Martín Fierro


Las Vueltas de Fierro seguirán regresando desde el pueblo. En sus luchas, en sus canciones, en su cultura de resistencia expresada en el arte, la cultura, la militancia social y política, la amistad y la solidaridad.

por Jorge Luis Ubertalli

Nacido el 10 de noviembre de 1834 en cercanías de la costa bonaerense, hijo de Rafael Hernández e Isabel Pueyrredón, gente de campo, y el mismo conocedor de las faenas rurales, José Hernández surgirá a la luz popular a la luz de El Gaucho Martín Fierro, poema novelado gauchesco que se constituirá en la voz de los sin voz de la amplia campiña pampeana.
 Periodista, soldado, político y empresario, Hernández fue la encarnación hecha leyenda del gaucho alzado, preso de la injusticia  transmutada en los comisarios, jueces de paz, comandantes de frontera,  caudillos y otros detentadores del poder en aquel país de mediados y fines del siglo XIX. 
De trece cantos, conformados de acuerdo al lenguaje gauchesco  que alguien calificó como "prolongación del habla medioeval castellana", El Gaucho Martín Fierro narra las peripecias de un peón rural que, en los albores del capitalismo agrario y en el marco de la "guerra contra el indio"  es llevado forzosamente a la "frontera" a combatir contra los originarios, sin paga, alimento ni descanso. 
Deshecha su familia por su partida, acumulando rabia y ansioso de liberarse de la esclavitud de la leva forzosa, huye del fortín fronterizo y se hace "matrero": rebelde contra toda autoridad y ley, tal cual ácrata rural sui géneris. 
Sufriendo persecuciones por varias muertes, se encuentra fortuitamente, en el marco de un enfrentamiento con una partida de policía, con la ayuda de un milico, el sargento Cruz, que lo acompañará en su huida hacia las tolderías "pampas"  (mapuche), a fin de refugiarse de la soldadesca. 
El fin de los trece cantos de El Gaucho Martín Fierro, escrito en 1872, culminará, en consonancia con el resto de la obra, con un alegato a favor de los humildes rurales y una  protesta contra los abusos y escarnios que la "autoridad" ejerce sobre ellos, en el marco de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, al que Hernández enfrentó. 
La primer parte de la obra, desarrollada en su totalidad en el marco de una milonga fogonera, culmina: "Y siguiendo el fiel del rumbo/se entraron en el desierto. /No se si los habrán muerto/en alguna correría, / pero espero que algún día/sabré de ellos algo cierto". 
El desierto es una constante en el último canto de Fierro. Al final de ese "desierto" (sinónimo de páramo, donde no existe alma humana que lo habite) o en él mismo, habrá un sesgo de salvación: las tolderías mapuches (pampas), en donde,  según Fierro, "no hay (allá) que trabajar/vive uno como un señor, /de cuando en cuando un malón/y si de él se sale con vida/lo pasa echao panza arriba/mirando dar guelta al sol". 
El "desierto", entonces, está poblado, pero por "indios", adonde no llega "la autoridad del gobierno", y a donde irán a refugiarse Fierro y Cruz. ¿Mas, si el espacio está poblado, como puede estar desierto? Solo esto se concibe si el indio forma parte, al igual que los animales y las plantas, de esa nada que hay que conquistar. 
Y esta concepción primará en las campañas militares contra indios, que se llevarán a cabo siete años mas tarde de aparecido El Gaucho Martín Fierro.
Ese mismo año 1879, el 1 de marzo, mientras los trompas de los generales Julio Argentino Roca y Conrado Villegas llamarán a degüello contra el salvaje para quitarles las tierras donde se asentaban, aparecerá La Vuelta de Martín Fierro. 
Casualidad o no, la primera parte de esta obra de 33 cantos, salida a la luz al inicio de la Conquista militar de las tierras pampas, será un compendio de insultos y críticas lanzadas contra los "salvajes"…

Los frutos de la tierra regada
La Vuelta de Martín Fierro comienza denostando a los puebleros por su no comprensión del gaucho, quien desea integrarse a la civilización. 
Transfigurada en el cantar, la crítica al citadino se manifiesta en dos estrofas que lo dicen todo: "Canta el pueblero…y es pueta/ canta el gaucho…y ay Jesús/ lo miran como avestruz/ su inorancia los asombra./ Más solo sirven las sombras/ para distinguir la luz". "El campo es del inorante/ el pueblo del hombre estruido;/ yo que en el campo he nacido/ digo que mis cantos son/ para los unos…sonidos/ y para otros…intención". 
Y más adelante ratifica: "He visto rodar la bola/ y no se quiere parar/al fin de tanto rodar/me he decidido a venir/ a ver si puedo vivir/ y me dejan trabajar". 
Su mentado regreso a la civilización, cuando el capitalismo ya se está enseñoreando en el país a través de la cultura de exportación cárnea por parte de la oligarquía ganadera, se contrapone con la anatemización del "salvaje", a su criterio irrecuperable. 
Dedicó innumerables estrofas, incluidas en los cantos 2 hasta el 10 para denigrar al indio. Algunas de ellas declaman: "Tiene la vista del águila/ del lion la temeridá/en el desierto no habrá/animal que él no lo entienda/ ni fiera de que no aprienda/ un instinto de crueldá". "Es tenaz en su barbarie/ no esperen verlo cambiar/el deseo de mejorar/ en su rudeza no cabe; / porque el indio sólo sabe/ emborracharse y pelear". "El indio nunca se rie/y el pretenderlo es en vano/ni cuando festeja ufano/el triunfo en sus correrías/la risa en sus alegrías/ le pertenece al cristiano". (…) "El que envenenen sus armas/ les mandan sus hechiceras/y como ni a Dios veneran/nada a los pampas contiene; / hasta los nombres que tienen/ son de animales y fieras" "Y son por Cristo bendito/ los mas desasiaos del mundo/ esos indios vagabundos/ con repunancia me acuerdo/viven lo mesmo que el cerdo/en esos toldos inmundos". "Naides puede imaginar/ una miseria mayor/ su pobreza causa horror/ no sabe aquel indio bruto/ que la tierra no da fruto/ si no la riega el sudor". Y para rematarla, Hernández, hombre de su tiempo, reivindica tácitamente la "Campaña" de Roca, Villegas y compañía contra los salvajes. Así declama: "Estas cosas y otras piores/ las he visto muchos años/ pero, si yo no me engaño/concluyó ese bandalaje/ y esos bárbaros salvajes/ no podrán hacer mas daño"." Las tribus están desechas/ los caciques mas altivos/están muertos o cautivos/privaos de toda esperanza/ y de la chusma (mujeres y niños) y de lanza/ ya muy pocos quedan vivos".

Nueve leyes, 7 decretos y 51 leyes especiales "de colonización" financiaron la Conquista del Desierto, que terminó con la muerte y apresamiento de 14.042 paisanos mapuche, de los cueles cientos de ellos fueron obligados a trabajar gratis en los ingenios azucareros de Salta y Tucumán, otros tantos fueron obligados a engancharse como rasos en el Ejército y la Marina que los había aniquilado, en tanto que mujeres y niños fueron separados, entregados al sirvientaje porteño las mujeres y a los Asilos de Huérfanos los niños, con la previa bendición de la Sociedad de Damas de Beneficencia San Vicente de Paul. 
Treinta y cuatro millones, seis mil 421 hectáreas del "desierto" fueron entregadas a 1081 propietarios, que se encargaron de "poblarlas" de vacunos, en la pampa húmeda, y de ovinos, en la Patagonia.
El "sudor" que regaría la tierra enfrutada soñado por Hernández, y que el "indio bruto" jamás comprendería, fue trastocado por los orines y defecaciones de millones de animales de exportación. 
Una vez botados los barcos frigoríficos "Le Paraguay" y "La Frigorifique", que comenzaron a trasladar a fines del Siglo XIX carne congelada vacuna a Europa, la flamante oligarquía ganadera y sus socios idearon, a través de sus estrategas militares- entre ellos Roca y Villegas- la conquista de las tierras del "salvaje" para suplantarlos, en las tierras patagónicas, por ovinos. Y por vacas, en la pampa húmeda. 
Aunque las diatribas contra el indio de "La Vuelta…coinciden casualmente con el pillaje civilizatorio hacia las tribus originarias, no quitan, sin embargo, valor a la Vuelta de Martín Fierro. Pero, eso sí, en esa primera parte del volumen se deja flotando la idea de que hasta el gaucho, todo es posible, se lo puede incorporar a la nueva Argentina capitalista. Pero al indio, no. "Eso", como los animales y las plantas, sólo puede ser utilizado, dominado y manipulado, hasta su exterminio, cuando no sea necesaria su existencia.
Entre un indio y una vaca o una oveja, para los civilizadores y sus panegíricos, no cabía duda de que éstas tenían mucho más valor que aquel. 
Las otras vueltas de Fierro

Fierro volvió una vez mas a través de Don Ata Yupanqui, en su poema "El Payador Perseguido" editado en 1972. Mezcla de indio y criollo, don Ata resume en ese poema la simbiosis entre el originario y el criollo como insuflados de sinceridad, entereza y patriotismo. "Menos mal que llevo adentro/ lo que la tierra me dio/ Patria, raza o que se yo/ pero que me iba salvando/ y ansí seguí caminando/ por los caminos de Dios". 
El Dios de don Ata, transcripto en ese largo poema, no es aquel aborrecido por los "salvajes", es el que sin tener nombre o, por lo menos uno, el pueblo, une a los explotados de todos los orígenes y culturas en la resistencia al explotador y colonizador. "Cantor que cante a los pobres/ ni muerto se ha de callar/ pues ande vaya a parar/ el canto de ese cristiano/ no ha de faltar el paisano/ que lo haga resucitar.". "Si alguna guelta he cantao/ ante panzudos patrones/ he picaneao las razones/ profundas del pobrerío/ yo no traiciono a los míos/ por palmas y patacones". 
El indio redimido en su quietud, su sufrimiento ante la derrota ejercida desde hace siglos por los que les quitaron las tierras, su silencio y estoicismo frente al trabajo más rudo, al igual que su hermano, el criollo, se hallan presentes en las estrofas de don Ata, que regresaron al Fierro original, el de 1872, a su papel libertario, rebelde y transgresor contra el orden de los vacunócratas y sus tentaculares servidores.

La otra vuelta de don Martín- hubo varias, no cabe duda, y es imposible nombrarlas a todas ellas- se consumó en un humilde pero leal potro poético que quien esto escribe trajo del olvido en el poema novelado "El Fogón de los Sin Nada- El Alzamiento de los Nietos de Fierro", escrito en 1989 y recién publicado en 1993. 
En sus ANUNCIOS, dice: " Unos cantaron al gaucho/trepao a algún monumento/otros al indio irredento/ guardao en algún museo/ andaron cual benteveos/ cantando a favor del viento." (…) " Aura, dispués de ese tiempo/ se sigue cargando el mal./ ya no es un gaucho animal/ ni un indio bruto el nombrao/ tampoco es paisano alzao./ Hoy le llaman marginal". "Hombre que sueña y resueña/ tener un trabajo honrao/ techo y pan, libro y Estado/ que le asegure la vida/ a su familia querida/ que sufre triste a su lao."" Hermano que se la pasa/ prendido a cualquier encargo/y aguantando cualquier fardo/ pa' conseguir un apenas/ debe cargar las condenas/ de sus hermanos bastardos". "Ayer gaucho, hoy cabecita/ ayer indio, hoy marginal/nunca se termina el mal/ y como naides lo dice/yo via darme de narices/ hasta que quede el tendal." 
"Porque no es de hombre decente/ mirar para el otro lao/ cuando se deja estaqueao/ al pobre de este país/ en la inorancio o desliz/ de algún pensamiento errao". "O cuando una punta come/ de su miseria y pesar/ para después mascullar/ cual gallinas u otras aves/ que el paisano nada sabe/ y no quiere trabajar". 
Las Vueltas de Fierro seguirán regresando desde el pueblo. En sus luchas, en sus canciones, en su cultura de resistencia expresada en el arte, la cultura, la militancia social y política, la amistad y la solidaridad.
No habrá sino regresos para don Martín, aquel que en sus primeras estrofas decía: 
"En el peligro ¡que Cristo!
 el corazón se me enancha
 pues toda la tierra es cancha
 y de esto naides se asombre
 el que se tiene por hombre
 ande quiera hace pata ancha"

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