En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

viernes, marzo 18, 2011

JOSE LOPEZ REGA, EL BUFON ENTRONADO

Por Jorge Luis Ubertalli

“Perón, Perón, el pueblo te lo ruega/ queremos la cabeza del traidor de López Rega…”. El aire se tensaba en esa noche de columnas en marcha que rodeaban la quinta Presidencial de Olivos.  Nosotros, jóvenes, luciendo brazaletes jotapés y pebés, entremezclados con otras organizaciones nos movilizàbamos para recordarle al “General” que el “brujo” era un “traidor”.

¿Lo era? ¿ De quien?. ¿Un bufón traidor, calco de otros bufones que a lo largo de nuestra historia de militancia popular habìan sido la cabeza de turco de las represiones a los ‘rojos’, ‘zurdos’ o cualquier otro adjetivo descalificativo según la época?. 
Intuíamos que desde dentro de la Quinta Presidencial “el brujo” sonreía, porque ya había ganado la partida luego del 20 de junio de 1973, y aún antes, cuando la derecha fascista comenzó a conspirar contra el gobierno de Cámpora. 
Padecimos a López Rega, burdo payaso tragicómico que por obra de la mano negra llegó hasta las mismas fuentes del poder: Perón. Y fue su secretario, asesor y enterrador, junto a su tercera esposa, María Estela Martínez, la “Isabelita” de mueca dura, alto rodete y capa. Había llegado para quedarse ese “Lopez Re, Lòpez Re, Lòpez Rega/la p…que te p…”…Y el engendro duró, ya preso desde 13 de marzo de 1986 luego de ser extraditado desde Miami, hasta 1989, cuando la muerte lo “sorprendió” un 9 de junio- gloriosa fecha de mártires civiles y militares peronistas asesinados por la “fusiladora”-  sin haber declarado acerca de sus crímenes conocidos y los otros…los que todavía no han sido develados. 

Nacido un 17 de octubre de 1916 en algún lugar de Buenos Aires, jugador de fútbol, esoterista a la violeta, aspirante a cantante lírico y/o romántico, inescrupuloso chanta, el “brujo” José López Rega terminó siendo policía, organizador de asesinos y secretario privado de Perón, primero, y de “Isabel”, después. 
Su madre murió cuando fue parido, se casó a los 27 años y pasó luego a ser cabo de la Policía Federal en 1943, año en que fue creada. Se le adjudica ser el inspirador a principios de los años 70 de la organización parapolicial “Alianza Anticomunista Argentina”, aunque sólo fue el renovador de una obra emprendida mucho tiempo antes por homólogos suyos de igual catadura, inmoralidad y personalidad psicopática. 
De unos y otros heredó algo que fué planeado por titiriteros de los cuales se conoce muy poco o nada. “Si usted trabaja su espíritu podrá entrar en armonía con el Universo y se convertirá en un ser puro. Sus fuerzas ocultas serán una bendición para los demás. 

Podrá curar enfermedades, aliviar los dolores del cuerpo y del alma…”- le había vaticinado en su momento la vidente correntina Victoria Montero. Y como no, en armonía con el universo del poder se convirtió en galeno social contra la enfermedad de todas las épocas: el comunismo, la ‘peste roja’, el ‘marxismo’, “los zurdos”, virus temido y aborrecido por los poderosos de la tierra, sus esbirros armados, tribunos, panegíricos y tutti quanti. 
Dolores del cuerpo y el alma no alivió, eso sí. Sus comparsas armadas escarnecieron carnes de bienqueridos, entrañables y nobles compañeros. Sin embargo, las “fuerzas ocultas”, las que en su momento administró, surgieron antes de su fecal tránsito por la tierra y lo sucedieron aquí y en otros confines de Nuestra América. 
Su homólogo mas lejano en el tiempo de las bestias fue Leopoldo Lugones hijo, quien de apaleador y asesino de menores en el Reformatorio donde trabajaba fue ascendido a principios de los años treinta del pasado siglo a comisario, por orden de Uriburu,. Una vez allí, se dedicó a crear refinados métodos para martirizar, a torturar y asesinar a dirigentes opositores desde la Sección Orden Político, de la que fue inspirador y jefe. 
También Lòpez Rega ascendió vertiginosamente en su carrera policial: de cabo a comisario general, que tal. Y como Lugones hijo, arremetió con fuerza contra la pus social que emanaba de la rebeldía proletaria y popular.

Nada se pierde, todo se transforma 

En julio de 1936, cuando en España se iniciaba la lucha entre un pueblo armado y un Ejército de reaccionarios y traidores, salió desde una cloaca histórica un obtuso bufón anticomunista y antijudío, vocero oficioso de la Sección Especial de Represión al Comunismo, llamado Carlos M. Silveyra. Profesor de secundaria y provocador profesional, escribió el volumen “El Comunismo en la Argentina”, dedicado al teniente coronel Carlos H, Rodríguez, fundador de la Sección Especial, y al entonces coronel Filomeno Velazco, sableador de trabajadores desde su puesto de jefe de Seguridad de la Policía de la Capital a partir del golpe de Uriburu contra Hipólito Yrigoyen de septiembre de 1930, y fascista declarado. 
Dedicado a la confidencia y la provocación, Silveyra, quien ya había fundado en 1932 la organización parapolicial Comisión Popular Argentina contra el Comunismo (CPAC), que se dedicaría a señalar, garrotear y entregar a la policía a los trabajadores considerados “rojos”, no se conformó con la edición del volumen en cuestión. Y un año mas tarde, con dineros del Estado, empresarios privados, embajadas y curas reaccionarios fundó la revista “Clarinada”, órgano mensual anticomunista, antijudío y nazifascista que duró hasta febrero de 1945. 
En el número de mayo de 1941, cuando las tropas hitlerianas invadían a la Unión Soviética, Silveyra y su grupo anunciaron la formación de la “ Agrupación Argentina Anticomunista” ( AAA o Triple A) cuya función superficial consistía en “denunciar constantemente a los poderes públicos las actividades que realizan los organismos colaterales del Partido Comunista para lo cual prestará su mas amplia cooperación y apoyo a las autoridades constituídas”. 
Apéndice de la Sección Especial y su patota, la Triple A, dirigida por Silveyra y conformada por, entre otros, Francisco Carnuccio, Oscar R. Martínez, Carlos María Maldonado, Roberto Alejo Acosta, Jorge Bonino Bravo, Juan Juárez y Osvaldo Quarleri, cerriles antirrojos e inflamados nazis, se dedicará a provocar, agredir y soplonear a sindicalistas, intelectuales, estudiantes, etc. y a colaborar con la patota policial que en los altos de la comisaría 8ª aplicarà tormentos, previo secuestro, a los anatemizados maximalistas. 
Tan burdo como López Rega, Silveyra fue uno de sus predecesores mas notables. “El profesor”, en este caso, contradiciendo a Mussolini, “habría precedido al policía”. Y por si esto fuera poco, Silveyra y López Rega tuvieron un heróico Terminator de los proletarios rebeldes en común, a quien admiraron y veneraron: el coronel, luego general, Filomeno Velazco quien, ya jefe de la flamante Policía Federal, inaugurada en 1943, recomendaría al cabo López Rega para que “custodiara” la Casa Presidencial donde residiò Perón luego de su triunfo de 1946. Fue el primer acercamiento “espiritual”, luego vendría el resto. 

La Argentinidad al palo 

Según informó en un libro de su autoría el inspector Miguel Viancarlos, jefe de Investigaciones de la Policía de la Capital, de la cual dependía la Sección Especial de Represión al Comunismo, el 18 de febrero de 1938 este envió una carta al titular del FBI, John Edgar Hoover, donde le expuso la idea de crear una Policía Federal, y a la vez una Coordinadora Policial del Cono Sur para combatir en gran parte “el delito en su estructuración política”. 
Esta Coordinadora Policial o Central de Informaciones para proteger “América de la acción subversiva” ideada por Viancarlos, aprobada y monitoreada por Hoover e integrada por los jefes de Policía de Chile, Bolivia, Uruguay, San Pablo y Rio de Janeiro, considerada un pré Plan Cóndor, contribuyó en nuestro país a la creación de la Policía Federal, que autorizó a las patotas de la Sección Especial de la ex Policía de la Capital a operar en todo el país. 
En los años 60, el segundo Plan Cóndor sui géneris se llevó a cabo bajo la gestión de Arturo Frondizi, presionado por los uniformados. El general auditor Lagalaye, jefe de la SIDE en ese entonces, conjuntamente con sus pares de los servicios de inteligencia militares, propuso un Plan de Coordinación anticomunista dirigido a castigar a Cuba, que luego se optimizò a través de  la coordinación entre los Ejércitos del Cono Sur, el FBI y la CIA, ya fundada en 1947. 
López Rega, por su parte, armó su Condorito, a través de un acuerdo antinarcóticos pergeñado por los norteamericanos- el ex embajador en España, Robert Hill, fue designado embajador en Argentina luego del regreso de Perón al país- que permitió coordinar a las policías del Cono Sur a principios de los setenta por intermedio del comisario Antonio Villar, en función de reprimir al movimiento revolucionario de ese momento. 
La argentinidad al palo, proyectada desde los años treinta, mostró entonces su rostro mas duro durante la gestión del “brujo” quien, ya Ministro de Bienestar Social desde el 11 de marzo de 1973, no sólo se dedicó a sabotear, junto a sus compinches Osinde, los jerarcas sindicales, los lúmpenes uniformados o no y exonerados o no de las fuerzas de Seguridad y Armadas y otros al gobierno de Cámpora, surgido de las elecciones del 11 de marzo de 1973, sino que organizó la nueva AAA o Triple A con el nombre de “Alianza Argentina Anticomunista”. 

Segùn se consignò, el argumento para la puesta en marcha de la Triple A fue la muerte de Rucci, asì como el incendio del Reichstag de 1933 dio orìgen a la persecuciòn despiadada de los comunistas por las hordas hitlerianas.

Luego de la muerte del sindicalista, sucedida en septiembre de 1973, el Consejo Directivo del Movimiento Nacional Justicialista elaborò una directiva fechada el 1 de octubre de ese año en donde se conminaba a todos los miembros a adherirse a la “guerra” contra los “grupos marxistas, y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha”. En el punto 6, la directiva titulaba:

“Inteligencia: En todos los distritos se organizará un sistema de inteligencia, al servicio de esta lucha, el que estará vinculado al organismo central que se creará”. A fines de 1973, en vida de Perón, la nueva Triple A, remedo de aquella de 1941, a su vez remedo de  la Liga patriótica, la Legión Cívica Argentina, la Alianza Libertadora

Nacionalista- cuyo jefe en las sombras fue el mismìsimo Filomeno Velazco- y otras, hizo detonar una bomba en el auto de Hipòlito Solari Yrigoyen, defensor de presos políticos, quien salvó milagrosamente su vida, aunque quedó herido en las piernas. A partir de allì, mas de 2000 militantes populares fueron ultimados a mansalva por los esbirros de la “Alianza”.

Entre ellos, el entrañable diputado Rodolfo Ortega Peña, el ex policía y resistente peronista, sobreviviente de la masacre de José León Suárez de 1956, Julio Troxler; el dirigente sindical cordobés de la UTA y vicegobernador de la provincia, Atilio “El Negro” Lòpez;  el abogado Ricardo Curutchet; el Padre Carlos Mugica, el “Negro” Tito Dellereoni y su compañera Nèlida “Chiche” Arana, el intelectual militante Silvio Frondizi, hermano del ex presidente, y su yerno Luis Mendiburu, los militantes Grimberg, Laham y Barraza, el Concejal lomense Lencinas y tantos otros, entre ellos los coroneles Martín Rico y Jorge Oscar Montiel, quienes desde la jefatura II Inteligencia del Ejèrcito y la SIDE, respectivamente, se hallaban investigando el accionar de la banda armada. Si bien la jefatura de la Triple A recayó en Lòpez Rega y los comisarios Villar, Muñoz, Rodolfo Almirón, Juan Ramòn Morales – ambos detenidos y procesados en la actualidad-  además del también policía Miguel Angel Rovira, vinculado a la patota del general Camps durante la dictadura, y el “vocero” Felipe Romeo, quien dirigía la revista El Caudillo, fueron muchos y variopintos sus integrantes. 
¿ Porque se la denominó “Alianza” y no “Agrupación” como la homóloga que fundó Silveyra.?. Porque significó una Alianza de fuerzas oficiales y no oficiales locales y extranjeras. La Concentración Nacional Universitaria (CNU) de La Plata , conformada entre otros por Carlos Ernesto “El Indio” Castillo Novara, Antonio de Jesús “Tony o “Conejo” Lofeudo y Nèstor Francisco Beroch , la CNU de Mar del Plata, la banda del general Otto Paladino, vinculado al Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, luego jefe de la SIDE durante la dictadura de 1976, Anìbal Gordon ( relacionado con la CNU de Mar del Plata y Paladino), Ruffo, Enciso, Raúl Guglielminetti y compañìa, los miembros de la denominada Milicia Nacional Justicialista (MNJ), Martín Ciga Correa, el nazi Rivanera Carlès, segundo jefe de INTERPOL en el país, Pedro Castro Hardoy, José Luis Cordero, el “ideólogo” Jaime María de Mahieu, la patota de Jorge Osinde, embajador en Paraguay, por donde pasaron parte de las armas utilizadas por el grupo, Francois Chiappe, integrante de la mafia corsa en Buenos Aires que consiguió en Europa parte de las metralletas Sterling con silenciador, Ithacas y otras usadas por los paramilitares locales, Alfredo Corvalán, gerente de Relaciones Pùblicas del Banco de Buenos Aires, Tomás Medina, jefe de la sección Aviones de la Presidencia de la República, el capitán Jorge Cayo, secretario de la SIDE y luego jefe de prensa de Ibèrico Saint Jean, el almirante Peyronel, jefe de la SIDE, el grupo lefebrista local PIO X, el entonces vicecomodoro Juliá, luego jefe de la aeronáutica durante el gobierno de Carlos Menem, el mayor José Hoyas, alias Villegas, quien en los 80 actuó en Honduras como jefe de logística de la contra nicaragüense y al servicio de la CIA, las patotas sindicales y lùmpenes de toda laya se aliaron con agentes de la DINA chilena, del grupo trasandino Patria y Libertad, de los fascistas orientales Juventud Uruguaya de Piè, de los agentes stronistas paraguayos, banzeristas bolivianos, dictatoriales brasileños y otros al servicio de la reacción y el imperialismo norteamericano. 

Por su parte, el derrotero del bufón José Lòpez Rega, miembro de la logia internacional P2, que entre los años 1965 a 1975 pasó de ser nada a administrar parte importante del poder en el país, culminó cuando en ese último año, durante el gobierno de “Isabelita” y al instalar en el ministerio de Economía a Celestino Rodrigo, produjo una hecatombe económica que hambreó a los trabajadores, quienes, junto a otros que se la tenían jurada, lo persiguieron hasta su salida del país como “embajador”. 
Recaló en Suiza, luego en las Bahamas, luego en Fort Luderdale, Miami, hasta que terminó, luego de su extradición, en una celda local, a la que ingresó, como se dijo, el l3 de marzo de 1986. Tres años después, descendió a los infiernos. El Espìritu que lo acompañò, aunque arderá por siempre, destilarà seguramente in eternum un tufillo fecal que provocará nauseas al mismo diablo.

Una sigla de exportación

A fines de los años 90 llegó a nuestro país el ex general del Ejército de Colombia, Harold Bedoya Pizarro, quien fue recibido por integrantes de las tres Fuerzas Armadas en retiro, brindó conferencias sobre la salida “militar” para su país a las que concurrieron funcionarios, tribunos y militares en actividad y se alojó en el Hotel Naval. Integrante del Batallón Colombia que fue enviado a Corea para pelear por la causa de “occidente” en los inicios de los 50, Bedoya Pizarro fue escalando posiciones en su país, hasta que en 1990, promovido a Comandante de la VI Brigada del Meta, organizó los grupos paramilitares de Gilberto Molina y Gonzalo Rodríguez Gacha, relacionados con el Càrtel de Medellín. 
Siguió ascendiendo en su carrera, fuè Comandante General del Ejército desde 1994 hasta 1996 y anteriormente había sido nombrado como agregado militar en los EE.UU. Su retiro se produjo en 1998. Siendo teniente coronel, viajò en 1978 a nuestro paìs para hacer cursos de “contrainsurgencia”. Una vez regresado a Colombia al año siguiente, ya asesorado por los uniformados argentinos y coberturizado como Comandante del Batallòn de Inteligencia y Contrainteligencia  (BINCI) de la XX Brigada, fundò - ¿Qué casualidad, no?- un grupo paramilitar que denominó “ALIANZA ANTICOMUNISTA AMERICANA” ( Triple A o AAA)). Esta organización asesinó, secuestró, torturó y desapareció a innumerables militantes populares. 
También dinamitó locales de Partidos Políticos, revistas como “Alternativa” y diarios como “El Bogotano” y “Voz Proletaria”. Cumplida su tarea, Bedoya Pizarro fue enviado a EE.UU. como Agregado Militar, como ya se dijo. 

Padres de estas santas Alianzas, los yanquis lo mimaron y recomendaron hasta el cansancio. 

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