Por Fidel Castro *
No importa lo que yo diga sobre el amistoso encuentro, algunas agencias y publicaciones tomarán la información y divulgarán que soy un anciano, el convaleciente de una grave enfermedad o algún otro calificativo dirigido a reducir el modesto valor de lo que expresé a mi prestigiosa interlocutora.
A Michelle le correspondió el mérito de ser electa como presidenta de Chile por el voto mayoritario otorgado al Partido Socialista que la postuló. Por primera vez en los últimos años en América latina una organización de izquierda había obtenido tal victoria, sin apoyo del dinero, las armas y el aparato de publicidad yanqui.
Aun más, esa distinción correspondió al Partido Socialista de Salvador Allende, que murió bajo el artero ataque aéreo directo a La Moneda, donde ejercía ese cargo como presidente constitucional de Chile. No pidió ni concedió tregua. Estaba resuelto a morir en su puesto, como había prometido.
La traición del siniestro jefe del ejército chileno, que fingió a todos y a todos engañó hasta el último momento no tuvo precedentes. Hasta la casa en que moraba su familia, en Tomás Moro, también fue atacada y destruida. En momentos muy duros de aquella etapa, cuando detrás quedaban miles de torturados, asesinados y desaparecidos, una mujer muy joven, Gladys Marín, dirigía al Partido Comunista de Chile, forjado durante decenas de años de esfuerzos y sacrificios de la clase obrera chilena, que la llevó a esa responsabilidad.
Gladys Marín y su partido no se equivocaron, dieron todo su apoyo a Michelle Bachelet, determinando así el fin de la influencia de Augusto Pinochet. No se podía admitir que el tirano diseñado y llevado al poder por el imperio rigiera una vez más los destinos de Chile. La opinión mundial aborrecía su comportamiento.
Chile es especialmente eficiente también en la producción de nutritivos alimentos y maderas de alta calidad, en sus tierras agrícolas, sus montañas y su privilegiado clima. No hay otro país que lo supere en la eficiencia de sus cultivos marítimos y de productos tan demandados como el salmón y otras especies cultivadas o naturales, en sus ricas aguas marítimas y terrestres.
Estamos hoy muy próximos al 15 de febrero, día del referéndum sobre la enmienda constitucional, en la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Bolívar despierta de nuevo en la acción revolucionaria de Chávez. Si el nuevo líder, que conduce a su combativo pueblo no lograra el objetivo, es difícil que algún otro líder pudiera alcanzarlo. Los recursos mediáticos de la oligarquía y el imperio no podrían ser superados.
Albergo, sin embargo, la seguridad de que en Venezuela la Revolución obtendrá la victoria y en Chile vencerá definitivamente el ideal del socialismo, por el cual luchó y dio su vida Salvador Allende.
De estos temas conversé con Michelle Bachelet, quien me hizo el honor de escuchar con interés, conversar cálidamente y expresar con amplitud sus ideas.
* De La Jornada, de México.
A Michelle le correspondió el mérito de ser electa como presidenta de Chile por el voto mayoritario otorgado al Partido Socialista que la postuló. Por primera vez en los últimos años en América latina una organización de izquierda había obtenido tal victoria, sin apoyo del dinero, las armas y el aparato de publicidad yanqui.
Aun más, esa distinción correspondió al Partido Socialista de Salvador Allende, que murió bajo el artero ataque aéreo directo a La Moneda, donde ejercía ese cargo como presidente constitucional de Chile. No pidió ni concedió tregua. Estaba resuelto a morir en su puesto, como había prometido.
La traición del siniestro jefe del ejército chileno, que fingió a todos y a todos engañó hasta el último momento no tuvo precedentes. Hasta la casa en que moraba su familia, en Tomás Moro, también fue atacada y destruida. En momentos muy duros de aquella etapa, cuando detrás quedaban miles de torturados, asesinados y desaparecidos, una mujer muy joven, Gladys Marín, dirigía al Partido Comunista de Chile, forjado durante decenas de años de esfuerzos y sacrificios de la clase obrera chilena, que la llevó a esa responsabilidad.
Gladys Marín y su partido no se equivocaron, dieron todo su apoyo a Michelle Bachelet, determinando así el fin de la influencia de Augusto Pinochet. No se podía admitir que el tirano diseñado y llevado al poder por el imperio rigiera una vez más los destinos de Chile. La opinión mundial aborrecía su comportamiento.
Chile es especialmente eficiente también en la producción de nutritivos alimentos y maderas de alta calidad, en sus tierras agrícolas, sus montañas y su privilegiado clima. No hay otro país que lo supere en la eficiencia de sus cultivos marítimos y de productos tan demandados como el salmón y otras especies cultivadas o naturales, en sus ricas aguas marítimas y terrestres.
Estamos hoy muy próximos al 15 de febrero, día del referéndum sobre la enmienda constitucional, en la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Bolívar despierta de nuevo en la acción revolucionaria de Chávez. Si el nuevo líder, que conduce a su combativo pueblo no lograra el objetivo, es difícil que algún otro líder pudiera alcanzarlo. Los recursos mediáticos de la oligarquía y el imperio no podrían ser superados.
Albergo, sin embargo, la seguridad de que en Venezuela la Revolución obtendrá la victoria y en Chile vencerá definitivamente el ideal del socialismo, por el cual luchó y dio su vida Salvador Allende.
De estos temas conversé con Michelle Bachelet, quien me hizo el honor de escuchar con interés, conversar cálidamente y expresar con amplitud sus ideas.
* De La Jornada, de México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán se acompañados por el nombre y e-mail del autor.-