Buenos Aires, jueves 29 de
agosto de 2013
La
situación en Siria y las Naciones Unidas
La
Argentina, que en
la actualidad está ejerciendo la
Presidencia del Consejo de Seguridad, hace pública su
posición ante la fuerte posibilidad de una intervención militar extranjera en la República Siria.
La posible
utilización de armas químicas, prohibidas por la comunidad de naciones, en
Siria añade un elemento de gravedad inexcusable que obliga a todos los Estados
a comprometerse para encontrar una solución a la crisis.
La Argentina ha demostrado con acciones su
firme compromiso con la no-proliferación y la eliminación de las armas de
destrucción masiva. Nuestro país es Parte de la Convención sobre Armas
Químicas y es un activo impulsor de la destrucción de estas armas y propicia
evitar cualquier forma de su desarrollo. La utilización de armas químicas
letales en todas sus formas es un crimen de guerra y de lesa humanidad. Tanto
los gobiernos como los grupos armados insurgentes que hayan hecho uso de dichas
armas deben ser juzgados y castigados por la Justicia, específicamente
por el Tribunal Penal Internacional.
Por eso apoyamos
decididamente la investigación puesta en marcha por el Secretario General y
esperamos contar con resultados contundentes, transparentes, objetivos e
imparciales a la brevedad.
Argentina, junto a
toda América Latina, ha sido enfática en la defensa del principio de no
intervención militar extranjera. Ante la negativa de los Estados Unidos para
aplicar la doctrina Monroe en defensa de Venezuela, que sufría un bloqueo naval
por potencias europeas en 1902, la
Argentina impulsó una nueva doctrina en contra del
intervencionismo militar. La doctrina Drago, en honor a su impulsor el
Canciller Luis María Drago, que comenzó atacando la intervención por tema de
deudas evolucionó como principio general, ello a partir de la experiencia que
indica que las intervenciones militares libradas a decisiones unilaterales es
uno de los elementos más disruptivos de la seguridad internacional.
El surgimiento de las
Naciones Unidas como órgano garante de la paz fue un avance fundamental que es
necesario profundizar. En línea con lo expresado por la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner, la responsabilidad de proteger civiles para justificar
la intervención militar unilateral o por medio de alianzas circunstanciales
puede dar lugar a que se abusen de los valores de paz y seguridad y se termine
atacando precisamente los valores que se dice defender. No sumemos nuevos
horrores a los horrores que ya sufrimos.
En este contexto, la Argentina se opone a una
intervención militar. La intervención militar extranjera en forma de respuesta
automática a la utilización de armas químicas sin siquiera esperar a que las
Naciones Unidas determinen si se utilizaron y quienes las utilizaron, implica
una derrota del sistema multilateral y un menosprecio a su sistema legal.
Volvemos a reiterar
el concepto que las Naciones Unidas no serán eficaces mientras los poderosos
crean que sólo los débiles deben cumplir sus resoluciones.
Para la República Argentina,
no están dadas las condiciones para una solución militar extranjera ya que a
pesar del tiempo transcurrido y de cientos de miles de víctimas, no se han
puesto en práctica los mecanismos previstos en el derecho internacional. Nuestro
país considera que operaciones militares extranjeras no harían otra cosa que
agravar la situación, aumentarán las víctimas y el riesgo de derrame de la
tragedia humanitaria a otros países de la región se acrecentará.
En este espíritu,
es importante también reconocer que la provisión de armamentos a las partes en
conflicto, lejos de definir la contienda, ha contribuido a multiplicar la
sangre derramada por cientos de miles de inocentes.
No se puede seguir
proveyendo de armas a las zonas en conflicto y luego sentarse en este recinto
para lamentarse que hay muertos. No se puede lamentar que haya muertos y decir
que la solución ante la muerte es
aumentar el número de muertos.
A la vez, la República Argentina
no permitirá que la
Naciones Unidas acepten resignarse a observar como se
masacran civiles con armas químicas. La gravedad de la situación debe admitir
la posibilidad de una intervención humanitaria sin fines ni medios militares y
con mandato de la ONU.
Sostenemos que en el supuesto en el que un miembro permanente
del Consejo ejerciera el veto para impedir una intervención humanitaria no
militar, quedaría una vez más plasmada una situación descripta por la
presidenta de la República
hace pocas semanas en el Consejo de Seguridad al decir que “cuando en la
gestión de conflictos aparece el derecho de veto, la solución se torna mucho
más difícil y por momentos imposible. Por lo tanto creemos que sería necesario
revisar el funcionamiento de las instituciones en general de Naciones Unidas y
en particular del Consejo de Seguridad.”
Si ello no es
posible a través del Consejo de Seguridad, es tiempo para que la Asamblea General
tome cartas en el asunto.
Nuestro país
propone otorgar el mandato necesario al Secretario General para definir la
autoría de la masacre derivada del uso de armas químicas, y desde el
conocimiento de lo sucedido debatir una eventual intervención humanitaria y
diplomática avalada por la
Asamblea General.
La República Argentina y otros países
latinoamericanos sostenemos que en caso que exista una oposición a garantizar
la asistencia y el acceso humanitario en Siria por parte de uno o más miembros
con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, se debería convocar a la Asamblea General
a fin de resolver esta situación.
Sin duda, llegar a
esta instancia dejaría al desnudo que el consejo de Seguridad está contaminado
por el juego de intereses de un pequeño grupo de países que, ejerciendo el
“privilegio” del veto, vuelven a este órgano no sólo ineficaz sino irrelevante
para la paz mundial.
Existen las
herramientas para hacerlo.
En 1987 la Asamblea General
aprobó la Resolución
42/37 sobre la prohibición de utilización de armas químicas y bacteriológicas,
por la cual solicita al Secretario General de las Naciones Unidas llevar
adelante investigaciones en respuesta a posibles usos de este tipo de armas,
que pudieran constituir una violación del Protocolo de Ginebra de 1925 y otras
leyes internacionales, para comprobar los hechos e informar sus resultados lo
antes posible a los Estados miembro de la ONU.
Finalmente, otra
opción es que los 15 cancilleres que representan a los países miembros del
Consejo de Seguridad se convoquen ya mismo en Siria para exigir el cese de la
violencia y el inicio de un diálogo entre las partes en conflicto.
En síntesis, la República Argentina propone el embargo de armas, una intervención
humanitaria liderada por el Secretario General, una reunión de emergencia de la Asamblea General
o la acción en el terreno del conflicto de los cancilleres miembros del Consejo
de Seguridad. Lo que Argentina jamás propondrá, ni avalará, es una intervención
militar extranjera. El gobierno y el pueblo argentino no serán cómplices de
nuevas muertes.
Información para la
prensa Nº 215/13
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