ENTRE SARLO, 6 7 8, FORSTER Y MARIOTTO
El rol de los medios, la política, la historia, los derechos humanos y la memoria, desde el golpe del ’55 hasta el alfonsinismo y el kirchnerismo pasaron en un debate que pocas veces puede ser visto en la televisión.
Por Luis Bruschtein / Página | 12
El programa la invitó y ella aceptó. Beatriz Sarlo es una especialista en 6 7 8, asistió como observadora a los actos que se convocó por ese medio, se confesó lectora del Facebook multitudinario, es crítica del kirchnerismo y tiene una mirada devastadora sobre la lógica que organiza el programa. La presencia de la autora de La audacia y el cálculo, Kirchner 2003-2010, junto a los otros invitados, Gabriel Mariotto y Ricardo Forster, prometía un debate con municiones de alto calibre. Y en la medida en que lo permite la televisión fue así. Sarlo relativizó el peso de los medios en la sociedad frente a Mariotto y Forster, que, en cambio, los destacaron como instrumentos generadores de contenidos y sentidos hegemónicos. También se pusieron en discusión las formas del periodismo, así como el sentido de la política y su relación con la historia y la memoria.
Sarlo mostró los dientes después del primer informe del programa sobre la movilización de los indignados en España. “Es un informe malo periodísticamente –dijo–, le falta contextualizar y la información está recortada, como sucede con todos los informes del programa. El de las elites que engañan es un viejo tema popular, y no siempre sucede, hay que matizar ese punto. Hay una lógica periodística que los medios están obligados a cumplir, cuando Clarín dejó de hacerlo, perdió muchos lectores.”
Gabriel Mariotto le respondió que “el informe da cuenta de la línea editorial de muchos medios en España, por eso a mí me completa. Los diarios representan una mirada política y hay una cierta derecha gorila española que está ilustrada por ese informe. Nosotros hemos vivido ese fenómeno también. Por eso podemos entender el reclamo de los indignados. Las elites nos han engañado muchas veces. Nosotros somos emergentes de una cultura popular que ha sufrido esos engaños y estamos obligados a generar nuestras propias miradas”.
Para Ricardo Forster, el de Sarlo era “un análisis de los medios que pierde de vista la relación con el poder y con la construcción del sentido común. Si uno lee la prensa europea, por lo general la visión de América latina es sesgada, despiadada, hay una intencionalidad muy fuerte, muy poderosa. Si vemos a la BBC, supuestamente un medio excelente, encontraremos miradas muy sesgadas, recordemos a la BBC con la guerra de Irak. O la CNN, me preocupa la visión que tienen esos medios sobre Evo, Chávez, o Cristina”.
Sarlo aclaró: “La BBC cubre muy poco América latina. CNN no salió de mi boca porque en eso vamos a coincidir. Me parece esquemático decir que desde el centro del mundo todo se cubre mal, que Evo es un simio y demás. Hay mucha prensa alemana progresista por ejemplo que cubre muy bien al Tercer Mundo”.
Forster le preguntó entonces: “Yo entiendo eso, pero te pregunto dónde está el poder real, la injusticia. Yo hablé del informe que mostraron –le contestó Sarlo–, no del poder”. Y terció Mariotto en ese punto: “Hay un sesgo para decir que todo lo que se hace en Europa es mejor. El diseño de la legislación argentina sobre medios de comunicación es mejor que la de Europa. No comparto con Beatriz que la BBC tenga que ser la referencia obligada”.
El tono del debate fue el disenso, a veces con tensiones, a veces con humor, pero en general de respeto, tanto por parte de los invitados como de los integrantes del panel. Hubo algunos chispazos por malinterpretación de alguna pregunta, como cuando Mariotto afirmó que no había que discutir “si Clarín le baja línea a Sarlo o Sarlo a Clarín”, que provocó un chispazo y la aclaración. Y otro encontronazo con Orlando Barone que apuntó a la ética del trabajo periodístico, un tema que salió varias veces en la polémica.
Sandra Russo, que había permanecido callada, salió en defensa del programa: “Los informes de este programa no le cambian el sentido de lo que dicen las personas, como hacen en TN o en otros programas de los grandes medios. Puede ser recortado el informe pero no le cambiamos el sentido ni mentimos. No están hechos con mala leche”. Pero Sarlo insistió: “En los informes se descontextualiza”.
“Leí su libro y me pareció entender que usted dice que el papel hegemónico que se denuncia en el caso de Clarín y los grandes medios no es real”, intervino Carlos Barragán y el debate volvió a los medios.
“Yo creo que la influencia de los medios es relativa –afirmó Sarlo–, pensar que Clarín, La Nación o Página inciden tanto cada uno en los procesos políticos es equivocado, no creo que sea tan así. Las encuestas dicen que el 70 por ciento de los argentinos nunca habla de política.”
Otra vez Mariotto argumentó su desacuerdo: “Todos los argentinos hablamos de política, porque la cultura es política, pero como el sentido común tiene determinadas cuestiones, hace ver que aún hablando de política, no lo estamos haciendo. Néstor Kirchner surgió como expresión de una cultura popular que se estaba reconstruyendo afectando el sentido común hegemónico de los medios”.
Forster apuntó en el mismo sentido al señalar las contradicciones del planteo de Sarlo: “En las décadas de los 60 y 70 los medios tenían determinada importancia, pero en la actualidad –lo ha escrito la misma Sarlo– han tomado una importancia mayor. No es que todo el tiempo dicen lo que hay que hacer, se está diciendo que conforman el sentido común sobre el que se toman las decisiones. El papel de los medios de comunicación concentrados es central. Por eso me apasiona lo que está pasando en la Argentina, donde se está discutiendo todo. Se podrán discutir los pro y los contra de un programa como 6 7 8 pero no se puede negar que cumplió un papel de interpelador muy importante”.
Sarlo reconoció ese punto antes de que Mariotto volviera con los argentinos y la política: “Hay un personaje de Osvaldo Soriano que dice ‘nunca me metí en política y soy peronista’, eso era hacer política sin darse cuenta”.
Nora Veiras le recordó que en una entrevista en la revista Debate había dicho que no leía Clarín y Sarlo le respondió que recibe “los tres diarios. Lo que yo dije fue que leyendo La Nación y Página/12 tengo todo el arco de lo que se dice. Había dos lecturas durante el conflicto del campo, que me permitían tener una idea. Pero si quiero leer sobre el Indec en Página/12 no lo puedo hacer”, lo que fue contestado por Veiras con una larga lista de notas de Verbitsky, Wainfeld, De la Torre y otros periodistas que han escrito sobre el tema.
“Cuando en el libro hablo de los políticos que manejan los medios, no hablo de los Kirchner –aclaró Sarlo–, hablo de De Narváez, Macri y Michetti. Me atrae el fenómeno de 6 7 8, aunque sea un programa que no me gusta. El Facebook de 6 7 8 es un fenómeno y lo sigo con mucha atención.” Mariotto replicó entonces que “asignarle a 6 7 8 la popularidad de este gobierno es demasiado. La popularidad ha sido por las políticas de ampliación de ciudadanía. Lo que enamora a la sociedad es esa política. Si sos peronista sos kirchnerista porque se trata de ampliar derechos. Mientras hay compañeros que analizan hay otros que están gobernando”.
En ese sentido, Sandra Russo explicó que “6 7 8 salió y se popularizó porque expresó algo que no estaba en los medios, si se piensa que a Cristina la votó el 45 por ciento”.
Tras un informe muy crítico por la entrega de los premios Martín Fierro, sobre todo uno a Chiche Gelblung, a quien se lo muestra como defensor de represores, Sarlo afirmó que “no tengo nada que cuestionar a ese informe porque vamos a coincidir sobre los Martín Fierro y Chiche Gelblung, pero creo que es importante hablar algo de historia cuando se habla de derechos humanos, porque creo que el acto fundador de la memoria fue el juicio a los ex comandantes. Ese le dio una característica especialísima a la transición democrática argentina”.
Mariotto fue más lejos: “El pasado es un lugar activo que se considera en la memoria desde el hoy. Vemos España y lo analizamos con lo que pasó en Argentina. No se puede hablar de recobrar la democracia en 1983 si no pensamos en el golpe de 1955. Ese juicio a las juntas todos lo celebramos, pero el alfonsinismo fue coquetear con el poder”.
Nora Veiras se refirió a la imposibilidad de investigar o hablar en Clarín sobre la negativa de la viuda de Noble a realizar el análisis de ADN a los hijos adoptivos. En ese punto, Sarlo fue tajante: “Los análisis de ADN tienen que ser hechos”.
“¿Pero cómo puede Clarín premiar a Gelblung?, preguntó Barragán. “Bueno, es la lógica del marketing, así como hace eso, tiene el programa de Tenembaum donde se habla de derechos humanos, sobre la desaparición de Luciano Arruga, por ejemplo.”
El final fue más político, pero más predecible, Sarlo fue muy elogiosa con el proceso político en Santa Fe y fue muy crítica con la elección del candidato del Frente para la Victoria, en la Capital. En ningún caso hubo interna, pero la escritora sólo se refirió al oficialismo. Mariotto se lo recriminó. “Me cansé de hablar de Macri –respondió–, pero quédese tranquilo que no lo voy a votar.”
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