En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

viernes, diciembre 02, 2016

La Garganta Poderosa

"TOTAL NORMALIDAD"

Quemados del sol, que ahora brilla ahí arriba, llevamos unas 24 horas sin dormir, sí, porque aquí nadie puede dormir, nadie. Ni las horas. Y entonces las vamos llevando, a cuestas, todas apretujadas contra los minutos, los años, los segundos, los meses, los ratitos y las semanas, bien amarradas en el portaequipajes de la conciencia social, para acompañar la guagua humana de Fidel. Línea socialista, ramal cubano, transporte público. Y hasta la victoria, pero algunos salieron antes junto a Camilo y Ernesto, que se adelantaron, como siempre.

Con varios licuados de recuerdos en el estómago, varias gotas de guayaba en las mejillas y varios gritos de Evo en el pecho, partió al amanecer una poderosa caravana cubana, ayer, que bien podría ser la madrugada de mañana, huyendo de las altas temperaturas que impone el televisor. No se aguantaba más, tanta humedad y tanto dolor, porque una plaza liberada cuenta con épica suficiente como para detenerse a llorar por los ausentes, pero una plaza movilizada por el más presente de los presentes no se puede detener, así venga regada de tristeza, enrejada de abrazos o acalambrada de luchar, como siempre.

Bien parados de manos, van 11 millones de cubanos. Algunos, incluso, físicamente. Van los bicitaxis, pedaleando contra el viento del racismo. Van todos los niños, pero todos, pero todos, pero todos, faltando a la escuela para demostrar cuánto aprendieron, por esta única vez. Van los caballos, relinchando cuesta arriba con la carga del embargo. ¿Y los analfabetos? No van, no hay. ¿Y los Policías? Van, van por convicción, sin fierros, con identificación. ¿Y los desnutridos? No hay, no van. ¿Y las prostitutas? Van, van libres, con libreta alimentaria y con carrera universitaria. Ojalá pudieran oírlas, para saber cómo batalla la dignidad rebelde, porque hay gente que se informa poco, hay otra que no tiene noción y hay otra que aún les cree a los noticieros, de verdad. De verdad, mienten, como siempre.

Dirán que su féretro pasó por el Malecón, pero omitirán este mar de lágrimas. Dirán que pasó por la fortaleza, pero omitirán los cañonazos de medicinas al mundo. Dirán que pasó por el Palacio de las Palomas, pero omitirán sus migas con Nelson Mandela. Dirán que pasó por La Habana Vieja, pero omitirán a La Mujer Nueva. Dirán que pasó por la Virgen del Camino, pero omitirán al Dios del pueblo latino. Dirán que pasó por Caballo Blanco, pero omitirán al último San Martín. Dirán que pasó por Matanzas, pero omitirán cómo las combatió. Dirán que pasó por Cienfuegos, pero omitirán cómo los prendió. Dirán que pasó por la casa de Hemingway y la de Martí, pero omitirán ese abrazo de los tres que todos nosotros vimos. Y dirán al final que pasó Fidel, pero omitirán cuántos lo seguimos, como siempre.

No, no hay peor ciego que el que prefiere confiar en los noticieros, pero en algo tienen razón: esta marcha multitudinaria, multigeneracional, multinacional, multicultural y multimultiplicada, que nos robó el sueño, la angustia, la rabia, el miedo y la desolación, estuvo esencialmente conformada por personas mayores, muy muy muy mayores. De todas las edades, eso sí. Pues ahí estaban los maestros mayores de obras, los obreros mayores de maestros, los mayores beneficiarios de los derechos del niño, los mayores íconos de la Revolución, los mayores índices del desarrollo humano, los mayores faros de América Latina y los mayores motivos para seguir luchando, como siempre.

Y sí, durante las últimas 24 horas, desde La Habana libre de publicidad hasta la Santa Clara de su querida presencia, nos volvimos un poco más poderosos, un poco menos miserables, un poco más cubanos y un poco más hermanos. Nos volvimos a mirar, nos volvimos a reír y nos volvimos a convencer de todo lo que creíamos al amanecer, sólo que ahora nos grita la piel, viendo otra vez juntos a Ernesto y Fidel. Pero bueh, lamentablemente, gran parte de la prensa "independiente" se lo perdió, porque estaba muy ocupada escribiendo que "Castro murió". Como siempre.

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