En
Argentina se lucha por la libertad de expresión.
Por
Blanca L. Chaler
Argentina 2013: Hace
cuatro años se sancionó la Ley 26522, de Servicios de Comunicación
Audiovisual, cuyo objetivo es imbuir de potestad al estado para
regular el sector de las comunicaciones audiovisuales, de modo de
garantizar en todo el territorio nacional la libertad de expresión.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación debe dictaminar sobre la
constitucionalidad de algunos de sus artículos para que pueda
aplicarse en su totalidad.
Éstos han sido
cuestionados por el grupo multimediático Clarín, hegemónico, el
que mediante el recurso de medidas cautelares ha impedido la
aplicación total de la Ley en vigencia, llegando a plantear ante la
Suprema Corte la inconstitucionalidad de algunos artículos.
Este poder mediático
no puede aceptar dejar de condicionar en la medida en que lo hace
actualmente, la voluntad de una parte importante de la sociedad
argentina y sectores del mismo poder judicial.
Pero
comenzamos, pueblo y gobierno a caminar sobre nuestras propias
piernas.
Respecto a este tema, encontramos un aporte muy
importante, un legado de luchadores, en la revista Repensar de mayo
2009, en un artículo de Roberto Perdía, que utilizamos como fuente
para plasmar estos conceptos.
LOS
MEDIOS Y SOCIEDAD
Los medios de
comunicación masiva, se han constituido en el núcleo duro, el
centro de irradiación ideológica de la política de globalización.
En este proceso de
homogenización de costumbres, hábitos, modos de pensar y consumir,
los medios ocupan un lugar central. Al servicio de estos fines el
sistema mediático pone todo su instrumental. Radio, cine,
televisión, y diarios multiplican-hasta el hartazgo-los mensajes
para doblegar la resistencia de las diversas culturas y someterlas a
"valores universales" del sistema que ellos venden y
nosotros debemos consumir. Avanzan en la idea que las necesidades del
mercado, que ellos controlan y a través del cual extraen sus
ganancias, deben constituirse en nuestras propias necesidades.
Esto es posible dado el
gigantesco avance de las tecnología de la comunicación en manos de
los medios de comunicación de masas. La TV e Internet son parte de
nuestra vida cotidiana de tal forma que, si lo pensamos un instante,
comprenderemos la enorme importancia de su rol.
Para que este mecanismo
funcione el sistema mediático debe avanzar, permanentemente en su
mayor concentración posible. De esta manera está garantizado que
basta con la decisión de unos pocos para lograr la universalización
de lo que trasmite.
Es a partir de esta
situación que podemos y debemos generar las condiciones para
fortalecer un sistema comunicacional con otros objetivos que le dé
cabida a todas las expresiones de nuestro pueblo.
Con la actual
tecnología podemos multiplicar nuestra forma de comunicación.
La apropiación de la
comunicación por parte de las comunidades, debe ser parte del
proceso de construcción de poder popular y liberación de nuestros
pueblos, desarrollando nuevos paradigmas desde nuestra propia
historia e intereses.
Como
reciben los distintos sectores sociales el mensaje de los medios
Cada sector social
tiene una percepción distinta de lo que recibe de la información y
ficción mediática.
Los sectores dominantes
no le otorgan ninguna credibilidad al mensaje que transmiten sus
propios emisores. Les importa solamente que dicho mensaje cumpla con
los objetivos que produzcan los efectos deseados en los consumidores,
sus clientes: el público, nosotros. El mensaje en sí mismo no es de
su interés, generalmente lo desprecian, ellos se mueven en otra
esfera.
Los sectores populares,
mayoritarios en la pobreza de su nivel de ingresos, ven a los medios
y sus expresiones como un espectáculo más. De allí el creciente
esfuerzo por identificar información con entretenimiento. Ese es el
modo a través del cual, los dueños del mensaje y sus contenidos,
aspiran utilizar la perspectiva-de los sectores populares-de
considerar a todo lo que les llega, por las vías mediáticas más
masivas-sobre todo la televisión-, como una forma de
entretenimiento.
La información
transformada en mercancía ya no tiene el significado de trasmitir un
hecho real sino que responde a la necesidad de vender un producto y
consolidar el sistema de poder. El producto a vender puede ser un
jabón, una medida gubernamental, un candidato electoral o un partido
de fútbol. La lógica del marketing comercial pretende invadirlo o
abarcarlo todo.
La
clase media como creadora principal y consumidora de la cultura
mediática
Analicemos
el comportamiento de la clase media frente a la cultura mediática.
La
clase media en nada se parece a la percepción de los sectores
dominantes a los que-genéricamente -poco y nada les interesa lo que
diga la TV, el cine o el diario, siempre que ello sirva a sus
objetivos. Si se propagan mentiras, si se dicen agravios, si se falta
el respeto, no importa, les sirve.
La
clase media también está lejos de como incorporan el mensaje los
sectores más humildes y su visión de todo mensaje mediático como
parte de un entretenimiento. Para los sectores medios el contenido
que le llega por la vía mediática, no es un espectáculo. No, de
ninguna manera, es la pura y mismísima verdad. Lo critican, lo
cuestionan, pero le creen.
Hace
varios años, Arturo Jauretche se hizo eco de la "tilinguería"
de gran parte de nuestra clase media, siempre pendiente de "la
vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser" y
presionada por sus ganas de ascenso social. Por ello, salvo honrosas
excepciones, es común encontrarla pendiente de las actitudes de las
"clases superiores", es clienta de los intereses de las
mismas, quiere parecerse, quiere ser, vestirse, hablar como las
clases altas. Por eso no es de extrañar que ésta le deje la tarea
de elaborar lo códigos a través de los cuales se expresará esa
cultura de masas, haciendo potable y asimilable el contenido del
discurso que le interesa trasmitir.
Son
los intelectuales, provenientes de la clase media, los encargados de
elaborar el código utilizado para trasmitir los múltiples mensajes
que interesan al sistema de poder. Esos sectores medios elaboradores
del código, son al mismo tiempo sus principales consumidores, creen
firme y literalmente en el producto que crearon.
A
diferencia de los sectores económicamente más poderosos y de los
más sumergidos, la clase media cree- genéricamente -en la
literalidad del texto, imagen o sonido que recibe, en base a códigos
elaborados por intelectuales de su misma clase.
Así
es nuestra clase media, mejor dicho la mayor parte de los pobladores
porteños y los que residen "dentro de los bulevares" de
las ciudades más importantes del país. Allí están los principales
productores y consumidores de la ideología predominante en nuestros
medios de comunicación de masas. Ellos conforman la "crema de
la opinión pública", que condiciona y le da "aceptación
social" a los comportamientos de cada uno de nosotros, siempre
que ellos no cuestionen a quienes detentan el poder real.
Hoy
los comunicadores aparecen desnudos en las pantallas de tv y en las
páginas de los diarios, pero la clase media no los ve, no se mira a
sí misma, no se autoevalúa, no piensa en sus propios intereses,
cree a los profetas del odio y sólo se involucra en aplaudirlos.
Los
medios son sus médium entre la realidad y ellos mismos.
Jauretche,
con toda lucidez y razón decía:
…"las
zonceras se hacen fuertes en la boca de dos grupos relevantes que
operan en la realidad argentina: los profetas del odio y el
medio pelo. Los primeros, emisores, funcionaron como
idiotas útiles correveidiles de la colonización pedagógica y los
segundos, receptores, como difusores en los niveles medios de la
sociedad. Unos dándole al discurso colonizador categorías
"académicas" y los otros vulgarizando y extendiendo el
grado de influencia del discurso"
Terminar
con esta vergüenza y asumir lo propio es una de las condiciones para
echar a andar -parados en nuestras propias piernas.
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