fuente: Cato Mirador
La conquista de América no fue un lujoso desfile de héroes con espadas brillantes ni fue la parada militar de los uniformes con colores de calcomanía. La conquista de América fue la conquista de las espadas ennegrecidas en la sangre de la reconquista de España y los uniformes quemados por la sal mordiente de la travesía.
No fue el velero limpio que se desliza sobre las aguas planchadas sino la carabela miserable que iba pechando las olas con un motín de viento en el velamen.
No fue el casco luciente ni la pica plateada sino el casco abollado y la pica cruzada del dolor de los músculos heridos.
La conquista de América fue el barullo de los corazones y las espadas, cuando las espadas y los corazones se movían en las manos de los hombres y redoblaban en los pechos de los hombres.
Fue la empresa de heroísmo de los tiempos en que la vida servía para la muerte. Era la empresa de los hombres que renunciaban a la vida en la demanda de una nueva vida y de una nueva muerte.
Marcelo Valko (*)
El primer día de la resistencia
fuente: Palabra de Lilith
Ciertamente conmemorar un día entre los 365 que tiene un año, no sirve de mucho, apenas para cumplir con el mandato del calendario. Pero si la fecha en cuestión es el 12 de octubre, el asunto adquiere otro matiz. Hasta no hace mucho, cuando estudiábamos en la escuela, festejábamos el Día de la Raza que consistía en celebrar la “providencial” llegada de Colón para “descubrir” estas tierras alejadas de la mano de Dios que confundieron con “Las Indias”.
Hasta no hace mucho, se hacía un poderoso culto de la desmemoria, en realidad se le imponía a la sociedad toda, una pedagogía del olvido y la mentira. Justamente la desmemoria busca borrar culpas, busca mirar para otro lado, procura la inocencia imposible, aspira a que todo siga como está. Pero como ya lo dijo Borges: “solo una cosa no hay y es el olvido”. Y como agregamos nosotros, no existe el olvido porque existen huellas, evidencias, testigos, realidades y documentos que denuncian con toda claridad lo ocurrido. Y todo esta concatenado, y toda está en relación. Justamente los defensores del Día de la Raza , son los mismos que defienden el genocidio perpetrado por el esclavista y anti-obrero Julio Argentino Roca, son los mismos que durante el Proceso de Videla coreaban aquella absurda letanía “por algo será” que repetían como si se tratara de un axioma filosófico capaz de explicar lo imposible de explicar o justificar, como fue la desaparición de decenas de miles de ciudadanos y hasta el secuestro de 500 bebes, de los cuales, felizmente, ya casi un centenar ha sido recuperado.
De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos y del Congreso de la Nación , comienza a cuestionarse la celebración del “Día de la Raza”. Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo esa invasión. Por ejemplo, en múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como “ultimo día de la libertad americana” y esta bien que así se haga. Es necesario. Sin embargo, en nuestro caso, preferimos celebrar LO PRIMERO en lugar de LO ULTIMO. Preferimos conmemorar el 12 de octubre como el PRIMER DIA DE RESISTENCIA ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista , que esta tan pero tan lejos de haber sido un edulcorado “encuentro de culturas”.
Por supuesto, algo de este efecto “edulcorante” se advierte en el traslado del feriado del 12 de octubre al primer lunes, para “aprovechar el fin de semana largo”. De ninguna manera se puede comprender o justificar, semejante traslado de una fecha que recuerda el mayor genocidio de la historia de la humanidad. ¿Ustedes se imaginan a los japonenses moviendo la conmemoración del estallido de las bombas atómicas del imperialismo de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki para aprovechar un fin de semana largo? ¡Es inconcebible!
Actos como los que estos días se están realizando en todo el país, sirven, no para terminar, pero si para herir a la pedagogía de la amnesia y la desmemoria de lo que fue el mayor genocidio de la historia mundial. Estos actos que se multiplican indican un cambio, algo está cambiando, hay deseos de terminar con un país y una historiografía que festeja los genocidios y encumbra a los genocidas.
Los Hernán Cortes, los Francisco Pizarro, los Julio Argentino Roca, los Jorge Videla deben quedar atrás de una buena vez. Deben quedar atrás aquellos racistas que no pueden aceptar la condición humana del indígena, aquellos que necesitan que los pueblos originarios mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de bárbaro sin raciocinio ni cultura, de sirvientes, en definitiva: de esclavos ante la sombra del amo.
Justamente para terminar con ese racismo, para acabar con esa discriminación, nos complace sobremanera esta multiplicación de contrafestejos, y las luchas que se derivan de ellos como las que se están protagonizando en tantos lugares del país para sustituir el malsano nombre de Conquista del Desierto y al genocida Roca.
(*)Prof. Titular de la Cátedra “Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia”
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
Excelente artículo.
ResponderBorrarCreo que deberíamos hacer fuerza además, para concretar la idea de sustituir los monumentos a Roca por los de la mujer originaria, entre otras acciones de visibilización.