En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
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Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

viernes, enero 15, 2016

No sean brutos

Censuran a VHM, a 678, a Nacional Rock, a Nacional AM870, a Tiempo Argentino,a Página 12. 
Roberto Caballero

Durante el último fin de semana, Raúl Zaffaroni le dejó un mensaje explícito y sintético al gobierno de Mauricio Macri: "Van a matar a alguien, no sean brutos." Queda claro que el balance de Zaffaroni, que está a horas de asumir como integrante de la Corte Interamericana de DD HH dependiente de la OEA, sobre los primeros 30 días de la administración de Cambiemos implica una lectura refinada de algo o de alguien que no lo es. Porque Macri no es aburrido como dice Beatriz Sarlo. Es brutal, como afirma Zaffaroni, tal vez el jurista más prestigioso y reconocido que tiene la Argentina en el mundo, que comparó la saga de decretos macristas con el decreto 4161 de la dictadura que nació con el Golpe del ’55 para dejar sin derechos a la mitad de la sociedad.

Por eso lo brutal del macrismo no está en la banalidad de la política grosera que produciría abulia estival en ciertos círculos intelectuales. Lo realmente repudiable es la racionalidad del plan político, económico y cultural que aplica, llevándose puestas nociones elementales de la convivencia social amasada en 33 años de democracia.

Pedir una cautelar para asumir un día antes de lo previsto, desconocer al Parlamento no llamando a sesiones extraordinarias porque su composición surgida del voto popular no le da mayorías legislativas, gobernar por decretos de necesidad y urgencia sin que haya ninguna necesidad y urgencia a la vista, iniciar una caza de brujas ideológica entre los empleados públicos, nombrar jueces de facto en la Corte Suprema, nombrar embajadores de facto sin acuerdo, desintegrar por decreto una ley de la democracia como la 26.522 favoreciendo al Grupo Clarín sin sonrojarse siquiera, copar el sistema de medios públicos acallando voces disidentes para convertirlo en su propio aparato de propaganda, suspender la pauta publicitaria oficial a los medios críticos con la anuencia y servidumbre de las mismas patronales periodísticas, todo esto es de una brutal racionalidad.

La quita de retenciones y la devaluación de diciembre produjeron de manera instantánea una transferencia de recursos de los sectores más pobres a los más ricos de la sociedad. Los bienes y servicios disponibles para el conjunto hoy tienen menos compradores de un lado, el de los más vulnerables, y una capacidad de mayor acaparamiento del otro, el de los favorecidos.

Esa revolución a la inversa, con un Estado Hood Robin que actúa de manera profundamente racional favoreciendo a unos y perjudicando a los otros, sólo puede hacerse con brutalidad. En los cuatro meses que duró el lock out agropatronal de 2008 con cortes de ruta y piquetes en todo el país no hubo represión policial y sólo un ruralista recibió una trompada de Luis D’Elía y después se hizo amigo de él. En apenas 30 días de mandato macrista, sin embargo, se cuentan por decenas los trabajadores heridos con posta de goma policial, con una mayor injerencia en los conflictos laborales del Ministerio de Seguridad que el de Trabajo.

Lo que viene también es brutal. La inflación anualizada cuando se discutan paritarias en este 2016 será del orden del 50 o 60 por ciento. No se sabe todavía porque, también de modo barbárico, Macri decretó la intervención del Indec y el nuevo gerente a cargo que antes daba por Clarín el IPC-Congreso con los precios de dos supermercados, tuvo un súbito ataque de responsabilidad y admitió que no está en condiciones de hacerlo público, pese a contar con una estructura nacional vigente y activa que reúne personal altamente capacitado. En verdad, lo que quieren es negociar el índice con los sindicatos. Pautar un techo, después de que la Superintendencia de Salud volvió a manos de los gremialistas burocráticos que son oficialistas de todos los gobiernos, incluido el de Macri.

Para los gremios más rebeldes, Macri prepara el rebenque de la desocupación. Ya lo avisó Alfonso Prat-Gay: tendrán que elegir entre los aumentos y el nivel de empleo en cada rubro. No es una extorsión, es lisa y llanamente una descripción del futuro inminente. Es brutal, pero es así: el modelo que Macri lleva adelante con sus CEO cierra con salarios bajos, y la garantía de que eso ocurra es una desocupación fabricada de dos dígitos desde el propio Estado, porque si el Estado despide, también lo pueden hacer los privados que entienden la señal y siempre creen que tienen planteles sobredimensionados.

¿Y por qué se necesitan salarios bajos? Para producir más barato, podría ser una explicación. No es eso, solamente. Con menos salarios se consume menos en el mercado interno y quedan más productos liberados para exportar, además producidos con menor costo salarial.

Todo este panorama brutal, para ser implementado y que perdure en el tiempo lo necesario para cristalizar la regresión distributiva que buscan las cámaras empresarias alineadas con el gobierno, necesita de un mecanismo del que pocos –obviamente– hablan: el cepo informativo. La derecha política y económica necesita desconectar las causas de las consecuencias e instalar un relato ante la sociedad que produzca miedo y parálisis y, sobre todo, desorientación social, donde cada uno ande por su lado, sin relacionar lo que sufre con las decisiones políticas y económicas que hacen posible el dolor.

El chivo expiatorio que promueven es el kirchnerismo, un sujeto social que sería fanáticamente hostil al nuevo modelo de acumulación económica de los dueños del poder y del dinero. Desde los nuevos medios oficialistas se trabaja en esta operación a destajo y sin el mínimo disimulo. Podemos decirlo, también: brutalmente. El kirchnerismo sería, en el relato macrista validado por los columnistas de los diarios Clarín y La Nación, una especie extirpable del conjunto ciudadano, como lo proponía aquel decreto 4161 del siglo pasado. Prometen que es con ellos, con los kirchneristas, con los peronistas, solamente la cosa. Hay algo también del discurso de la última dictadura cívico-militar retornado de prepo a la mesa de todos los días. Peligroso, persecutorio y antidemocrático. Es con el de al lado, no conmigo. Así la derecha videlista, con métodos idénticos a los del macrismo, hizo desaparecer a 30 mil argentinos. Antes eran los "extremistas", ahora los "fanáticos". O peor aún, porque en esto Videla, Macri y

Hernán Lombardi, sin ser lo mismo, dicen cosas parecidas -lo que debería avergonzar a los dos últimos, al menos-, los "militantes". Son brutales, ya lo dijo Zaffaroni. Van a matar a alguien. Y van a ser responsables por eso. Deberían revisar –sobre todo Lombardi– las cosas que dijo en estos últimos meses. Están en Internet. Allí quedan. La Historia los está mirando. Ahora y en el futuro.

Pero los casi 6000 caracteres que lleva hasta ahora esta columna tienen un solo propósito. Repudiar desde lo más profundo de la dignidad profesional el violento despido del maestro Víctor Hugo Morales, pero tratando de esclarecer que no lo echan por cuestiones contractuales o por las difusas libertades que tienen los concesionarios privados de la comunicación para remover a un empleado, en este caso, un periodista con mayúscula y décadas de trayectoria intachable que ayudó a hacer rica a Radio Continental y sus dueños.

Es más grave que eso, y eso que esto ya es suficientemente grave. A VHM lo sacan del aire porque en términos individuales le sobra coraje para enfrentar a las corporaciones mafiosas y es el exponente más escuchado y respetado de un bloque informativo contra hegemónico capaz de relatar lo que sucede, relacionando las consecuencias con las causas, que es lo que no quieren que pase Macri y sus funcionarios gerentes.

La reformulación del país de todos a uno que deja afuera de los derechos a un tercio de la población necesita el silenciamiento de profesionales como VHM, porque lo que él y otros tienen para decir resulta inaguantable a los oídos de los dueños del poder y del dinero, y porque esa prédica actúa como despertador de las conciencias ciudadanas y les explican los hechos.

La operación para hacer de la Argentina un país cuya desigualdad vaya en alza y se asemeje a otros de la región donde se produce barato y se vende caro al exterior para beneficio de unos pocos y perjuicio para los muchos que no pueden consumir esos mismos bienes que el país produce, demanda que haya un empobrecimiento también de las voces críticas a ese modelo de exclusión social y, en lo posible, que no las haya o sean marginales.

Censuran a VHM, a 678, a la Nacional Rock, a la Nacional AM870, a Tiempo Argentino, a Página 12 y a todos los medios antimonopólicos porque contradicen –cada uno a su modo, con distintas improntas, no todos son iguales–, el modelo de país corporativo que Macri aplica y se diseña entre los accionistas de un puñado de empresas cuya única bandera es la de rentabilidad o muerte. Y esto no es una exageración. Ya lo dijo Zaffaroni, próximo a integrarse a la CIDH: "Van a matar a alguien, no sean brutos."

Y al día siguiente lo sacaron del aire a VHM con excusas vergonzosas.
Aunque sutil, la censura también es una forma del crimen.

No sean brutos.  

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