En estos caminos electrónicos viaja la rebeldía
que sueña y sueña ...
Y cuando el sueño es de muchos y se sueña juntos... es REALIDAD.
fragmento: declaración de principios de ALIA*

lunes, junio 07, 2010

ARGENTINA - CUANDO LA POBRECITA SE CONVIRTIO EN GUERRILLERA


nota de ALIA fuente video: mascarocine — Avance del documental Gaviotas Blindadas,(mas información www.mascarocine.org) Este documental refleja los 40 años de trabajo político en la Argentina del Partido Revolucionario de los Trabajadores y su proyección internacionalista, desde el trabajo junto con los hacheros santiagueños y de la zafra azucarera en Tucumán, pasando por el proletariado en las grandes fábricas, hasta la destacada participación en el frente sandinista nicaragüense.-
Por Jorge Luis Ubertalli
El pibe trepó a la tarima y ante un auditorio repleto empuñó la guitarra. Una piba le alzó un micrófono a la altura del canto y las cuerdas y, después de anunciar el tema, comenzó: “ Le llaman la guerrillera/porque esta zamba nació en el monte….”.. “ La Pobrecita”, vieja zamba de don Atahualpa Yupanqui, que había nacido en los ranchos tucumanos trasuntando las penas de los peones, hacheros, indígenas, obreros del surco, alumbrados solo por “el solcito del camino” y guiados por la lunita de mis pagos”, se había convertido en guerrillera.

Fue en el Hotel Bauen de Capital Federal el 5 de junio, en el acto de presentación del libro “Historia del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores- Ejército Revolucionario del Pueblo)”, escrito por Daniel de Santis, que desgrana la historia de este partido revolucionario de combate, nacido en 1965, a través de sus sobrevivientes.

La historia de hoy

Con los pies cansados de tanto caminar la clase y el pueblo y saltar las trampas de los patrones y milicos, ahí estaban, acuatrados en los asientos del Hotel Bauen, los historia de hoy. Jorgito y su compa, a mi lado, aplaudiendo de pié a los cumpas que desde la tarima narraban humildemente epopeyas. El negro P., delante de mío, viejo obrero metalúrgico, combatiente y preso. Mas allá Pedrito, huésped de las rejas del poder y eterno director de “El Combatiente”. Y Lucre, salteña de ojos claros, y tantos otros, los “negros”, negros negros y negros rubios y castaños, tierra adentro que se hizo Partido y Ejército desde lo mas profundo de la tierra adentro. Compañeros que se mezclaban con los pibes entusiasmados en esa fiesta de recuerdos y anécdotas que nos comprendía a todos: perretistas, montoneristas, pebistas, fapistas, ocpistas, comunistas varios, anarquistas, juventistas de la historia de hoy, combatientes de todos los tiempos.
Porque combatimos ayer y siempre a la mierda del mundo de todas las formas habidas y por haber. Sin cálculos, ni acomodos, ni carreras institucionales, ni rejuntes. Y ahí, en ese salón repleto, nos dimos cuenta de que seguíamos empecinados en lo mismo.

Indoamérica latina

“Ahora todo el mundo habla de la lucha de los pueblos aborígenes, pero en aquella época hablar de eso era como ser excéntrico”- dijo el Cacho Ledesma cuando le tocó hablar. “Nosotros leímos antes a Mariátegui, que hablaba del papel fundamental de los indígenas en la revolución, que a Marx, Engels y Lenin.”. Cacho, fundador del FRIP ( Frente Revolucionario Indoaméricano y Popular) junto con Mario Roberto Santucho, quien fuera luego jefe político y militar del PRT- ERP , resultó ser uno de los mas aplaudidos. Pero no el único. Ana María, el Colorado y Daniel, quienes contaron sus experiencias revolucionarias, también se llevaron palmas. Y todos los demás: archivistas, colaboradores del libro, amigos, compañeros. Desde lejos lo ví al Vasco Beristaín, el Manuel de sonrisa socarrona, ya partido hace unos años. Y estaba, allí estaba, asintiendo o negando, viviendo.
Se habló, cantó, vivó y aplaudió. La Estrella Roja, símbolo del poder militar proletario mundial, vieja “Roitern Stern” editada por los primeros judíos comunistas locales allá por el treinta, luego órgano del ERP, lucía en las pancartas desplegadas en aquel amplio salón inundado de seres vueltos a vivir.
La pobrecita, otra vez, se había convertido en guerrillera.
El Che emergíó desde corazones rotos, cosidos a los ponchazos, para alumbrar una vez más el siemprevivo camino de la revolución y el socialismo.

Y por suerte el sudor se mezcló con las lágrimas.

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